Convendría aclarar una serie de conceptos antes de que comience la temporada. El primero, y obvio, es que estamos en Primera División y eso cambia algunas cosas, como por ejemplo las circunstancias y el objetivo.
Las circunstancias quedan claras cuando hay que asumir que esta temporada es de suponer que el Real Mallorca dejará de ser un equipo ganador como ha sido en Segunda B y en Segunda División.
En Primera, suficiente será con sobrevivir cada semana porque ya no eres cabeza de ratón, sino más bien cola de león, y porque en el sentir del aficionado habrá que acostumbrarse a otro rol.
Y el objetivo, manida palabra de cada pretemporada, no será otro que la permanencia. Para ello la plantilla está casi cerrada aunque aún hay tiempo para apuntalar necesidades que considero que son más necesarias en el aspecto presencial y de experiencia que casi de la posición a ocupar en el terreno de juego.
Aunque si me preguntan, diré que falta otro portero, un defensa, otro medio y quizá, otro tipo de delantero distinto a lo que ya hay en la plantilla. A este equipo le falta peso y poso aunque es verdad que en estos últimos tiempos nos hemos acostumbrado al binomio 'trabajo-rendimiento', que no ha ido mal precisamente.
En definitiva, bienvenidos, sufriendo o no, a la Primera División seis años después.
