Es una evidencia que el Mallorca como visitante baja el nivel sustancialmente. El partido de ayer se pareció demasiado al de hace dos semanas en Almería. Tanto Osasuna como los andaluces presionaron la salida de la pelota de los de Moreno y ahí se acabó todo. Salva Sevilla y compañía no supieron cómo contrarrestarlo. Sin bandas y con demasiados balones perdidos, fue demasiado fácil para los navarros, que además se beneficiaron del error de Manolo Reina que, por supuesto, tiene derecho a equivocarse alguna vez. Los bermellones deben tener un plan B cuando su sala de máquinas se sienta apretada. Además, en el ataque solo trataron de hacer daño con disparos lejanos de los laterales. Ni rastro del juego combinativo que tanto muestra en Son Moix. Eso es lo extraño. Nadie va a poner en duda el compromiso de este grupo, pero algo falla. Y no será por falta de ambición, eso está claro, y la calidad es la misma que tumbó al Dépor hace una semana. Si el equipo no da un paso más en sus salidas será muy complicado que pueda mejorar su clasificación. Sin embargo, hay que tener en cuenta un detalle que en esta isla se olvida demasiado a menudo. El adversario también juega. Osasuna es el mejor local de la Liga y su plantilla es mucho más amplia, y quizá también mejor, que la del Mallorca. Xisco y Brandon, que no fueron titulares, a buen seguro que tendrían otro rol como bermellones. Cádiz no es el escenario más asequible para reivindicarse, pero sí una oportunidad de prestigio. Esta derrota duele, pero tampoco es ningún drama. Eso es otra cosa.
