De penalti y en el último minuto. Así regaló la victoria el Mallorca este mediodía al Extremadura, un resultado que escuece porque los tres puntos ya se daban por hechos. Pero una jugada absurda de Valjent, que agarró por el cuello a un rival, fue un jarro de agua fría. Kike Márquez lanzó la pena máxima y estableció el empate final. El Mallorca fue víctima de su especulación. Se dejó dominar por un rival en inferioridad y lo acabó pagando.

Era la de ayer una buena oportunidad para seguir sumando de tres en tres. Visitaba Son Moix el Extremadura, como el Mallorca un equipo recién ascendido. Cuenta con un goleador de excepción, de los que no abundan, Enric Gallego, pichichi la temporada pasada en Segunda B con 29 goles y líder provisional en la tabla de goleadores en la actual, con siete. Pero el conjunto extremeño demostró en este inicio de temporada que es lo más parecido a una verbena en defensa. Hasta ayer, había encajado en todos los partidos, por lo que a priori no debía porqué cortarse esta racha.

El equipo de Moreno, a diferencia de otros partidos en Palma, salió dormido, sin la intensidad de otras veces. Por momentos llegó a desesperar, porque tocaba y tocaba ante la placidez de la defensa extremeña, que no pasaba por ningún apuro. El equipo de Juan Sabas, aquel menudo extremo, rápido como una bala, que jugó en el Rayo Vallecano y el Atlético de Madrid, entre otros, lo tenía muy claro. Contragolpes rápidos, con la mínima participación del centro del campo. El objetivo era su jugador fetiche, Gallego, que a los cuatro minutosdemostró de lo que es capaz. En la primera pelota que tocaba la estrelló en el poste izquierdo de la portería de Reina. Primer susto. El Mallorca ya sabía lo que le esperaba. La concentración en defensa debía ser máxima porque a la mínima, el delantero catalán te la lía.

El guion de esta primera parte fue siempre el mismo. Dominio territorial del Mallorca, pero ningún disparo entre los tres palos. Lago fue el único que estaba enchufado, con ganas de marcar la diferencia, que cualidades tiene para ello. Pero no era el día de Aridai, desaparecido en combate, ni mucho menos de Dani Rodríguez, ausente gran parte del partido. El debate ahora reside en si Moreno debe jugar con dos puntas natos en Son Moix, Abdón y Castro, por ejemplo. Dani Rodríguez es un buen futbolista, pero su presencia resta potencial ofensivo al equipo. O eso parece.

En la segunda parte el Mallorca se puso las pilas. entró con otro talante, consciente de que si no le ponía una marcha más al partido se podían escapar dos o incluso los tres puntos. Aridai, Lago y Abdón avisaron de forma consecutiva. Pero el punto de inflexión del partido se produjo en el minuto 57. Stoichkov, en la primera pelota que toca después de sustituir un minuto antes a Dani Rodríguez, pone un balón prodigioso a Salva Ruiz que, en posición de extremo, le da el gol hecho a Aridai, que remata a puerta vacía. Fue una jugada de tiralíneas.

El partido se le puso definitivamente de cara a los locales cuando el Extremadura se quedó con diez al ver el capitán Aitor la segunda amarilla. Se la podría haber ahorrado porque, con una tarjeta en el bolsillo, no puede cometer la falta que hizo sobre Lago.

Con veinte minutos por delante se esperaba que el Mallorca rematara el partido. Pero no fue así. El Extremadura, con todo perdido, se mostró como un equipo valiente, y llegó con peligro al área de Reina. Con el marcador a favor y con uno más sobre el terreno de juego, incomprensiblemente el Mallorca se puso nervioso. Dio un paso atrás y el resultado corría serio peligro. Y tanto especuló el equipo que en el minuto 90 se produjo la jugada fatídica, un agarrón de Valjent sobre un rival. El árbitro no lo dudo. Penalti. En la siguiente jugada, Baba vio la roja directa por una durísima entrada a un contrario. Se perdieron definitivamente los nervios.

Da rabia perder dos puntos de esta manera, cuando la victoria estaba prácticamente en el bolsillo. Pero este partido ha de servir de lección. Los encuentros se han de rematar, y más ante un rival en inferioridad. El fútbol castiga la especulación.