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Molango se queda solo

El consejero delegado vive sus horas más complicadas en el Mallorca, sin apoyos dentro y fuera del club

El consejero delegado, Maheta Molango, conversa por teléfono en el Iberostar Estadio. guillem bosch

Ya no le ríen ni las gracias. Ni seduce. Ni dentro del club, ni mucho menos fuera. Maheta Molango se ha quedado solo. Nadie le ha abandonado, pero ya nadie le apoya. Y mucho menos públicamente. El consejero delegado del Mallorca está viviendo sus momentos más complicados desde que aterrizó en la entidad, como hombre fuerte del propietario Robert Sarver, en enero de 2016.

Su nefasta gestión deportiva le ha condenado, pero todavía más sus formas. Son cada vez más las voces que le critican, pero no solo porque el primer equipo esté con un pie y medio en Segunda B, sino porque está siendo víctima de su "arrogancia", tal y como coinciden algunos que le conocen. "Está claro que no es un hombre de fútbol, no dudo que no tenga buenas intenciones, pero tiene muchas carencias que sabe disimular con su excelente oratoria y buena presencia", afirman. "Por eso se pone tan nervioso cuando las cosas no salen como tiene previsto. No es tan seguro como parece", añaden. Y tanto que las cosas no le van bien ya que el equipo que ha diseñado, con el director deportivo Javi Recio, está penúltimo, empatado con el colista Mirandés, a seis puntos de la salvación a falta de ocho jornadas.

Las mayores críticas a su forma de trabajar se centran en su exceso de personalismo. No hay decisión, sea importante o no, que no necesite su aprobación. Es lo lógico porque para eso es el máximo responsable, pero algunos censuran su negativa a tener en cuenta otras opiniones. Y lanzan esta demoledora reflexión: "Siempre lo sabe todo. No hace autocrítica, ni ganas de hacerla. Cuando hablas con él parece que ni te escucha".

Molango, que ya ha manifestado en más de una ocasión que tiene la intención de continuar al frente del club, aunque se consume el desastre, es el único interlocutor válido con Sarver. "Le debe contar lo que quiere, no todo lo que está pasando. Y claro, a nueve mil kilómetros te llega lo que te llega", cuentan resignados.

El abogado suizo, que llegó a ser futbolista profesional hasta que se retiró con 25 años, fue abrazado a su llegada por el mallorquinismo. Su aterrizaje supuso una ruptura con el esperpéntico pasado que habían protagonizado Serra Ferrer, Cerdà y Claassen. Pero casi un año y medio después, esos aplausos se han convertido en abucheos, tal y como quedó claro tras el empate ante el Nàstic de hace dos jornadas. Molango fue, con diferencia, el más silbado cuando abandonó Son Moix con su vehículo. La afición no le había visto antes porque no tiene por costumbre acudir al palco. Este domingo, en el partido ante el Córdoba, puede volver a repetirse la historia. Y parece que no será la última vez.

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