Tras el enésimo esperpento, esta vez en Alcorcón, la situación ha devenido en crítica. No hay más tiempo que perder. Ya que no se puede cambiar a un grupo de 25 profesionales, lo único que queda es mover el banquillo. Nadie puede dudar del mallorquinismo de Olaizola y de que ha hecho todo lo que está en sus manos. Pero sería aconsejable que dejara paso a otro. A Gálvez, por ejemplo, aunque fuera Molango el que le relevara, porque a estas alturas, y con el equipo con pie y medio en Segunda B, parece difícil que alguien quiera hacerse cargo de este ´muerto´. No se entiende la tozudez del consejero delegado de mantener en el banquillo a un entrenador con unos números tan pobres. Hay clubes que, haciéndolo mejor, han cambiado varias veces de inquilino en el banquillo en busca de una reacción que no siempre ha llegado, pero alguna vez sí. El Mallorca ha de probar de una vez por todas un cambio para intentar una reacción que no llega ni parece que vaya a hacerlo.
Los futbolistas, de una ínfima calidad, como se encargan de demostrar domingo sí domingo también, se esconden tras un entrenador que incomprensiblemente les defiende a capa y espada. Sin merecerlo. El partido que (no) jugaron en Santo Domingo fue impropio de profesionales que se juegan la vida, sin ninguna pizca de ambición. Olaizola les retrató públicamente: "El Alcorcón no hizo nada, pero corrieron más que nosotros". Pues eso, haga algo, señor Molango.
