Pese a que el equipo suma únicamente cuatro victorias cuando está a punto de alcanzarse el ecuador del campeonato, el consejero delegado sigue presumiendo de la seriedad del proyecto y emitiendo un discurso muy alejado de la triste realidad de la entidad. Decir que "estamos un paso por delante con respecto a hace un año" es demasiado atrevido cuando el equipo ocupa por méritos propios plaza de descenso. Todos los que de alguna manera siguen al Mallorca, Molango el primero, se esperaba mucho más de unos jugadores que, sin ser nada del otro mundo, debían luchar por todo menos por evitar las plazas de descenso. Y si es así es porque se han hecho las cosas mal en el terreno de juego, en el banquillo, en la secretaría técnica y en el despacho del máximo dirigente en el día a día del club. Ha faltado ambición para confeccionar un equipo ilusionante y competitivo y se han cometido los mismos errores que en etapas anteriores. Con un agravante: esta vez sí había dinero para hacer bien las cosas. Molango vendió bien el producto en verano -la de buen orador es una cualidad que no se le puede discutir-, pero el tiempo le ha puesto en su sitio. Aparenta una falsa tranquilidad, pero está más nervioso que nunca. Tiene motivos de sobra.
