El mallorquinismo tiene motivos de sobra para ponerse a temblar cuando ve a Julio Álvarez en el equipo rival. El centrocampista hispano-venezolano, que vistió con éxito la camiseta bermellona en Primera División en la temporada 2009/2010, ha hecho daño al Mallorca en las tres últimas temporadas con el Numancia. El técnico Javier Olaizola alertó en su comparecencia ante los periodistas del pasado viernes del peligro de este futbolista a balón parado, uno de los mejores de la Segunda División en este aspecto.
Y hay ejemplos para demostrarlo. Sin ir más lejos, en la pasada campaña marcó los dos goles que derrotaron a los baleares en Los Pajaritos, el mismo escenario de esta tarde. Lanzó una magistral falta a un lugar imposible para la estirada de Jesús Cabrero, que hoy volverá a estar bajo los palos. Antes ya le había batido desde los once metros ya que es un consumado especialista desde el punto de penalti (2-0). En el curso 2014/2015 no pudo evitar la victoria del Mallorca en un partido que sirvió para certificar la permanencia matemática en la categoría, con Miquel Soler en el banquillo, a falta de tres jornadas para el final (1-2). Pero Álvarez puso el miedo en el cuerpo con un tanto que neutralizaba el inicial de Javi Ros. Sin embargo, Xisco Jiménez, a doce minutos del final, sentenció. Y en la 2013/2014 no marcó, pero cuajó una soberbia actuación en un duelo que finalizó en empate (1-1). Eso sí, el tanto de los sorianos llegó con un remate de Regalón de un córner que había servido el propio Álvarez. Era la jornada 38 y el Mallorca bordeaba las zonas de descenso, por lo que ese empate fue un paso atrás en un curso en el que la permanencia se firmó en la última jornada en Córdoba, precisamente con Olaizola en el banquillo.
Álvarez sigue manteniendo una enorme influencia en el juego del Numancia y, de hecho, es el máximo pasador de la categoría ya que ocho de sus asistencias han terminado en gol. Solo lleva una diana, pero los rojillos deben impedir dejarle metros para pensar porque es infalible. Álvarez siempre ha manifestado su cariño hacia el Mallorca, donde anotó seis goles en la Liga en veintiséis choques y fue capaz de sentar en el banquillo a Varela, que era un fijo para Gregorio Manzano.
