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Batalla por el Sitjar a la vista

El Mallorca pondrá un contencioso en el juzgado al considerarse único dueño del solar donde se levantaba el estadio - Pedirá hacerse cargo de toda la factura del derribo pese a que los copropietarios ya están abonando su parte a instancias de Cort

Imagen del solar en el que se levantaba el Lluís Sitjar captada ayer. b. ramon

El Real Malloca y los copropietarios del Lluís Sitjar volverán a chocar en breve. La entidad balear ha decidido plantear un contencioso en los tribunales para pagar al Ayuntamiento de Palma el cien por cien de los gastos derivados del derribo del viejo estadio. El club considera que es el legítimo propietario del solar y por tanto quien debe responsabilizarse de unos costes que rondan los 800.000 euros. La colisión con los copropietarios, que reúnen las dos terceras partes de los 666 títulos de propiedad del inmueble, parece inevitable.

Cort, que se hizo cargo de la factura del derribo a principios del año pasado, ha dado un plazo de sesenta días a los propietarios para que abonen su parte correspondiente a razón de 1.250 euros por título. Pero siguiendo unos criterios que el Mallorca combatirá en los tribunales.

A la entidad balear le corresponde pagar un total de 218.985 euros (166.171 como Fundació y 52.814 como club) por los 208 títulos que obran en su poder. Ya ha depositado un aval en el banco que tiene previsto ejecutar la próxima semana.

Más difícil está resultando el proceso para algunos de los 458 copropietarios que atraviesan por una delicada situación económica y que se ven en la obligación de hacer frente a un elevado desembolso. También se les hace cuesta arriba a los reúnen más de un título, por lo que la cifra de 1.250 euros se duplicará o triplicará.

Riesgo de embargo

Por este motivo, la asociación de copropietarios que preside Joan Aguiló pidió flexibilidad al Ayuntamiento, que ha ofrecido un plan de pago a plazos para el que lo necesite. Negarse a efectuar el desembolso implica una orden de embargo y por supuesto perder todos los derechos sobre los títulos, por lo que a día de ayer una gran mayoría de los copropietarios ya habían cumplido con su obligación.

El pasado mes de marzo Maheta Molango ofreció a Aguiló hacerse cargo del total de la factura a cambio de la propiedad de los títulos. Y le anunció que rechazaba el principio de acuerdo al que la entidad rojilla, copropietarios y Cort habían alcanzado tiempo atrás para la permuta del Sitjar por Son Moix.

El planteamiento del Mallorca con respecto al inmueble de Es Fortí ha cambiado. Cuando se construyó el estadio en 1945 se abrió una suscripción popular para que los ciudadanos que lo desearan aportaran una cantidad para sufragar las obras. Aquellos copropietarios adquirieron desde entonces un derecho adquirido para entrar gratuitamente en el Sitjar -y después en Son Moix-, pero los nuevos gestores del club consideran que hasta ahí deben llegar sus privilegios, negándoles cualquier tipo de participación o beneficio en una futura operación en el actual solar.

En el contencioso que ya está preparando, el Mallorca reclamará su derecho a hacerse cargo del cien por cien de los gastos del derribo, haciendo valer así su condición de único propietario. En caso de salir victorioso del litigio, devolvería a todos los copropietarios el importe de las cantidades que hayan depositado en la cuenta del Ayuntamiento.

Desde hace años planea la permuta del solar donde se levantaba el Sitjar por Son Moix. Cort siempre ha mostrado su deseo de recuperar ese terreno para ampliar la 'Falca Verda'. Y los copropietarios parecían satisfechos con una zona 'vip' en el actual estadio mallorquinista y, en caso de que algún día hubiera locales comerciales, un diez por ciento de los beneficios que generaran.

Durante las etapas de Llorenç Serra Ferrer o Utz Claassen, el club y los copropietarios negociaron con el Ayuntamiento con una misma voz. Pero el desembarco de los inversores norteamericanos el pasado enero ha implicado cambios en muchos aspectos de la vida de la institución. El Sitjar no va a ser una excepción, así que la ruptura parece inevitable.

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