La investigación de las autoridades fiscales españolas y alemanas sobre las finanzas de Utz Claassen puede agravar la difícil convivencia que rige desde hace tiempo entre el presidente del Real Mallorca y la propiedad norteamericana, representada en el club por Maheta Molango.
No consta que el consejero delegado y Robert Sarver estén al tanto del proceso abierto por el fisco alemán y español y en el que también se ha involucrado la Fiscalía balear y la de Hamburgo. Pero previsiblemente el caso acrecentará la desconfianza que existe entre la propiedad y un presidente que desde enero ha rechazado ejercer sus funciones de representación del club. Tampoco acudió al último Consejo de Administración que celebró la entidad pese a que él lo tenía que presidir.
Lo cierto es que la posición del alemán es débil dentro y fuera del club. Su impopularidad ha crecido considerablemente entre una afición que todavía le asocia con la guerra civil entre accionistas que provocó continuos seísmos en la entidad durante casi tres años.
Un amplio sector del mallorquinismo tampoco perdona a Claassen que haya desaparecido de la escena pública sin dar explicaciones. Ni siquiera acompañó al equipo el sábado a Valladolid, donde se jugaba una permanencia agónica. En cambio, a la hora del partido se le vio en un restaurante del Port d'Andratx, tal como publicó ayer este diario.
El alemán, quien vendió la mayoría de sus acciones al grupo capitaneado por Robert Sarver, ya solo conserva un cinco por ciento de los títulos. Y sus días como presidente de la institución están contados.
