Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La crónica

El orgullo y el árbitro evitan otro fiasco

El Mallorca logra un agónico empate tras igualar el 0-2 con el que se fue al descanso el Nàstic - Tras una primera parte de vergüenza, el equipo reaccionó y equilibró el marcador con la ayuda del colegiado, que pitó dos penaltis dudosos, uno fallado por Brandon, y dejó con diez a los catalanes

Si lo que ha de esperar hasta final de temporada es un partido como el de ayer, agárrense que vienen curvas. El duelo ante el Nàstic, una de las revelaciones de la temporada, fue el fiel reflejo de lo que espera al equipo hasta el final de curso, equipos ordenados, que la saben tocar y que se vacían hasta la última gota de sudor. El Mallorca sumó un punto que sabe a victoria. A estos extremos hemos llegado. Y es que el equipo de Vázquez llegó a la hora de partido con dos goles de desventaja y un único disparo entre los tres palos, el que lanzó desde el punto de penalti Brandon y detuvo Reina, guardameta del conjunto catalán.

El error de Brandon fue la culminación a una tarde nefasta del jugador y de todo el equipo. La primera parte fue una vergüenza. No hay otro término para definir la actuación de los jugadores del Mallorca. Se habían llenado la boca toda la semana de que no se podía volver a repetir el esperpento de Los Pajaritos y a las primeras de cambio se vuelve a ofrecer una actuación sospechosa. El Nàstic era el único que jugaba, el único que corría, el único que presionaba y el único que buscaba la victoria. Se adelantó a los 21 minutos en un gran zurdazo de Mossa y en el 37 Naranjo cabeceaba a placer un saque de esquina. La afición explotó contra unos jugadores que da la impresión de que no son conscientes de lo que se están jugando. Desde el banquillo, la actitud de los entrenadores también era una buena pista de la forma de encarar el duelo de uno y otro equipo. Moreno, técnico del Nàstic, al estilo Emery, no paraba de gritar, de gesticular, de dar órdenes a sus jugadores, en definitiva, de tenerles tensionados. Vázquez, por su parte, parecía paralizado, como si no creyera lo que estaba viendo, un repaso a su equipo de padre y muy señor mío.

De camino a los vestuarios, la tensión se palpaba en el ambiente. Los jugadores eran despedidos con una sonora y justa pitada. Oscar Díaz, mientras, reclamaba apoyo, como si no diera crédito a que les pitaran. ¿Y qué esperaba?

Incomprensiblemente, Vázquez puso a los mismos en el inicio de la segunda parte, cuando todo el mundo daba por hecho que daría un merecido descanso a Brandon. Nada parecía cambiar hasta que el árbitro señaló un más que dudoso penalti a Oscar Díaz. Decidido, Brandon se hizo con el balón y su lanzamiento lo detuvo Reina. El mundo contra él. No satisfecho, Arias López pitó un segundo penalti trece minutos después por unas supuestas manos de Aníbal. Lago Junior lanzó esta vez y metió a su equipo en el partido. No tuvo tan buena vista el árbitro minutos después en unas manos de Yuste en el área que los catalanes reclamaron sin éxito como posesos.

Quedaba media hora e iban a pasar muchas cosas. El Nàstic dio un paso atrás defendiendo su mínima ventaja hasta que a diez minutos del final se quedó en inferioridad por una segunda amarilla a Marí. Tres minutos tardó el Mallorca en sacar ventaja de esta superioridad al aprovechar Brandon, sí, Brandon, un gran pase de Damià para empatar. El canterano, justamente abucheado toda la tarde por su desafortunada actuación, lo celebró entre una mezcla de euforia e indignación por los pitos que había tenido que soportar.

El equipo vio posible la remontada. Hacía media hora que el Mallorca jugaba con una defensa de tres al dar entrada Vázquez a Ortuño por Kasim, en su único acierto. No quedaba otra visto el marcador. El tercer gol no se produjo. El que sí estuvo a punto de llegar es el del Nàstic. Con el tiempo cumplido, una cesión de Aveldaño a Cabrero se quedó corta. El portero estuvo atento y se anticipó a De la Espada en una jugada que puso a los aficionados con el corazón en un puño.

El Mallorca puede darse con un canto en los dientes por un empate que hubiera firmado en el descanso. El equipo sigue sin jugar a nada. Pero como que se trata de agarrarse a lo que sea, se ve un poco de luz al final del túnel si el equipo juega con la intensidad demostrada en la segunda parte. No era muy difícil hacerlo mejor que en la primera, en la que se vio un equipo roto, sin alma. Un punto es menos que nada. Es lo que hay.

Compartir el artículo

stats