Ayer se cumplieron cinco años de la desaparición, a los 86 años, del francés Marcel Domingo, que entrenó al Real Mallorca en la temporada 1983-84, además de a otros equipos de la Liga española. Domingo sustituyó en noviembre de 1983 a Koldo Aguirre al frente de la dirección técnica del Mallorca, pero pese a que el equipo reaccionó no pudo evitar el descenso a Segunda.

Marcel Domingo no fue un entrenador al uso. Amable en el trato durante la semana, se transformaba durante los partidos. Tenía un carácter de mil demonios, y bien lo pudieron atestiguar los colegiados, a los que recriminaba con aspavientos las decisiones que consideraba injustas. Muchos de ellos no tuvieron más remedio que expulsarle ante el derroche de energía que exhibía en los partidos.

Domingo, nacido el 15 de junio de 1924 en Salin de Giraud (Francia), fue prolijo en España, donde concluyó su carrera como entrenador en 1989 en el Hércules de Alicante, que entonces militaba en Segunda B. Antes de recalar en la isla entrenó al Espanyol, Las Palmas, Lleida, Córdoba, Granada, Recreativo de Huelva, Elche, Burgos, Valencia, Betis y Málaga. En todos ellos dejó su sello, el de una persona impulsiva pero de buen trato.

Al Mallorca recaló en noviembre de 1983 de la mano de Miquel Contestí, por entonces presidente. Llegó para sustituir a Koldo Aguirre, destituido tras un partido contra el Constancia en el Dijous Bo. La imagen que dio el equipo -aún no había ganado ni un partido en Liga-, acabó con la paciencia de Contestí. El equipo reaccionó con su llegada, pero no lo suficiente para mantener la categoría. Ganó sólo tres partidos en un campeonato que por entonces se jugaba a 34 jornadas. Eso sí, empató quince, por dieciséis derrotas. El equipo descendió junto a Cádiz y Salamanca.

Domingo, que tuvo como segundo entrenador al que hasta el pasado año fue el máximo accionista de la entidad, Llorenç Serra Ferrer, contó con una plantilla de nivel, con jugadores que llegaron de equipos de postín, como Zuviría, Estella, Verón o Barrera. Pero todo salió mal en una temporada para olvidar.