De ayer a hoy. No transcurrieron ni venticuatro horas antes de que el Chapi Ferrer repitiera con puntos y comas lo mismo que dijo Arana la víspera, los tópicos a los que me refería en mi columna anterior. No es una crítica al entrenador, ni tampoco al jugador, que lógicamente está en su papel.
No va a decir que la plantilla es peor que las demás, ni que son incapaces de ganar a cualquiera. Es más, seguro que dice lo que piensa, lo cual no invalida sus argumentos. De lo contrario, poca fe en él tendrían sus propios jugadores.
Aquel inolvidable cómico catalán, Cassen, parodiaba con frecuencia a los entrevistados al advertir "usted pregunte lo que quiera, que yo contestaré lo que me dé la gana". Otros dos grandes periodistas, Yale y Amilibia, afirmaban rotundamente que no hay respuestas insulsas, sino preguntas poco inteligentes. En fin, tampoco es el momento ni el lugar para proponer un debate sobre el género. Para eso existen otros foros. O deberían.
Bueno, pues dejando de lado tan lógicas declaraciones, sin restarles un ápice de coherencia, el hecho es que el Mallorca debuta mañana frente a un contrincante del sector medio de la categoría que también ha cambiado gran parte de su plantel y al técnico que lo dirige. Una incógnita como la del resto de los equipos de la categoría sin prácticas excepciones.
La lástima es que con el telón a punto de subir, no se hayan despejado ciertas dudas. Alguna con nombre -Truyols, Agus, Joselu...- y otras con apellido: Lima, Carioca, Gomes... Se han adjudicado dorsales hasta el número treinta y uno, que parecen muchos. Ferrer quería menos cantidad, aunque tampoco se ha mostrado demasiado exigente tanto en eso como en otras cosas.
Luego ya es cuestión de ir observando a qué y cómo juega este bloque de Ferrer. Pero me temo que tendremos que ser indulgentes hasta que el guiso tome cuerpo y el sabor suficiente para decidir si hay que echarle sal. O ni eso.
