Los buenos datos de ocupación laboral del mes de abril han acabado de confirmar que las perspectivas de la temporada turística son excelentes. Han desembarcado los coches de alquiler que faltaban y hasta el Govern fía la remontada electoral al repunte económico. Todo está a punto para la masificación estival.
Pero dentro de este clima de ánimo y optimismo también se comprueba que los dos años de pandemia no han sido aprovechados para poner orden en la gran casa del turismo como sí ha ocurrido en muchas residencias particulares. Se observa en las pequeñas cosas que acaban perjudicando a todos. Los viajes de estudios se siguen vendiendo como mera fiesta y, por ejemplo, en Calvià, antes de empezar ya vuelven los problemas con el ocio nocturno.
El Ayuntamiento ha impuesto sanciones por falta de licencia o exceso de decibelios y los empresarios se lamentan de las inspecciones sorpresa y del escaso margen para la alegación. Nada, lo de siempre, resulta muy difícil aprender y corregir.