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Molestias para un tráfico seguro

Congestión circulatoria en Peguera. Juan Luis Iglesias

Es como tener albañiles en casa, pero a lo grande. Se sabía que el cierre del túnel de Son Vic para su adecuación a la seguridad necesaria causaría problemas. Ya están aquí y cada uno los cuenta y los expande según su grado de afección y su parcela particular. El túnel estará cerrado, en principio hasta el 7 de abril, con lo que Peguera se ha llenado de atascos, dificultades domésticas y comerciales y menor atractivo turístico temporal para un lugar que ya de por sí tiene una estructura viaria complicada. Las comunicaciones entre Andratx y Palma han quedado obstruidas. Siempre hay oportunidad para la queja. Es muy posible que quienes insistían en la urgente necesidad de reparar los túneles estén entre quienes se lamentan de las molestias causadas. El PP insular se ha ido hasta Peguera para alzar la voz ante «las colas de 45 minutos». Los hoteleros, por su parte, tan propensos al victimismo, dicen que solo les faltaba eso, quedar a dos velas por el cierre del túnel en el umbral de la temporada y después de dos años de pandemia. Ni tanto ni tan poco, porque existía la alta posibilidad de que el remedio, la espera, fuera peor que la enfermedad. Seguro que una potencial desgracia indeseada hubiera causado mayor perjuicio a residentes, transeúntes y a las 3.800 plazas hoteleras afectadas por el incordio de estos días. Cuando se le pide explicaciones, el Consell asegura que las obras no se podían adelantar a causa de un recurso contractual y que tampoco era sensato postergarlas ante el riesgo evidente para la seguridad vial. Lo importante es asegurar las zonas inestables y reparar las deficiencias estructurales. No hay obra cómoda, ni pública ni privada. Todas tienen unos costes que no son solo económicos.

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