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Sociedad

"Los mayores queremos bancos más humanos"

El colectivo de la tercera edad es el que más desamparado se encuentra con la digitalización que vive la banca y el cierre de sucursales

Xisco Sastre, Guillem Cladera, Catalina Iglesias y Pedro Quirós, vecinos de Es Pla de na Tesa.

Carlos San Juan tiene 78 años y ha iniciado una campaña de recogida de firmas en change.org para reclamar una atención más humana y personalizada en las sucursales bancarias. El éxito de su iniciativa se mide en más de 460.000 firmas, unas rúbricas que siguen sumando adeptos y que además han captado la atención del gobernador del Banco de España Pablo Hernández de Cos y del Ministerio de Economía, que se pusieron en contacto con él para hablar sobre su iniciativa. «El gobernador me ha dicho que entiende perfectamente el problema y que es consciente de que es necesario buscar una solución», relata en la plataforma donde ha iniciado la recogida de firmas. «Tengo casi 80 años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo. Ahora casi todo es por internet y no todos nos entendemos con las máquinas. No nos merecemos esta exclusión. Por eso estoy pidiendo un trato más humano en las sucursales bancarias», desgrana en su petición.

«No paran de cerrar oficinas, algunos cajeros son complicados de usar, otros se averían y nadie resuelve tus dudas, hay gestiones que solo se pueden hacer online... Y en los pocos sitios donde queda atención presencial, los horarios son muy limitados, hay que pedir cita previa por teléfono pero llamas y nadie lo coge… Te acaban redirigiendo a una aplicación que, de nuevo, no sabemos manejar. O mandándote a una sucursal lejana a la que quizás no tengas cómo llegar. Esto no es ni justo ni humano», desgrana el pensionista impulsor de la campaña para reclamar que se firme su petición para solicitar que los bancos atiendan a las personas mayores sin trabas tecnológicas y con más paciencia y humanidad.

La realidad es que basta hacer un recorrido por algunos municipios de la isla para poner cara al problema que denuncia este pensionista con su campaña de recogida de firmas. Por ejemplo, en Son Carrió llevan ya más de un año desde que la última entidad bancaria cerró sus puertas y retiró el cajero automático del pueblo. Se trata de una medida que obliga a los vecinos a tenerse que desplazar hasta poblaciones cercanas como Sant Llorenç o Son Servera para realizar operaciones, que mayoritariamente deben hacer a través del cajero.

Se trata de una decisión que principalmente está afectando a la gente mayor, que ya tiene sus dificultades para operar con el cajero. A este hecho hay que sumarle que les deben acompañar familiares que están trabajando o, si no es posible, tienen que llamar al taxi-bus, el único transporte público de la localidad.

Inma es una vecina que se muestra indignada porque «mínimamente no haya un cajero automático en la población». Esto le supone tener que desplazarse a las sucursales más cercanas en Cala Millor o Sant Llorenç, que además, incide, están ubicadas en el centro, con el añadido del aparcamiento para vehículos. «Solo te atienden hasta las once de la mañana», lamenta. «Parece que los clientes son ellos», esgrime enfadada. «Y esto solo para retirar tu dinero», añade.

Llorenç Frau, que despacha en el Forn de Can Coca, reconoce que este tema le supone un «trastorno total» en el momento de hacer ingresos o de tener que realizar operaciones de su negocio que tienen que ser presenciales. En estos casos, reconoce que ha llegado a esperar horas en la cola de la sucursal bancaria, «a pesar de tener cita previa». En su negocio, uno de sus clientes interviene en la conversación para esgrimir con indignación que «el cajero automático no sería tampoco la solución porque hay gente mayor que no lo sabe utilizar para determinadas operaciones». Por ello, reclama que se reabra la sucursal en Son Carrió aunque sea unas horas durante uno o dos días a la semana para que así la gente mayor pueda tener «un trato presencial mínimo», ya que hay mucha gente que no entiende de cajeros, de nuevas tecnologías y que tampoco sabe utilizar tarjetas.

Llorenç Frau e Inma (Vecinos de Son Carrió) B. Capó

Y de Son Carrió a Capdepera, otro municipio que vio cómo el año pasado los bancos dejaban de operar. Ahora solo disponen de una entidad que opera a través de cajero automático. Algo, como ocurre en Son Carrió, que «no es suficiente». Jaime es un octogenario del pueblo que reconoce que para sacar efectivo de su pensión aún se las ingenia solo, pero que tiene compañeros que es una acción que les causa muchos trastornos, ya que no entienden de tecnología y necesitan ayuda de sus familiares para acudir al cajero, eso, añade, «cuando funciona».

Este vecino gabellí también se queja de que tienen que desplazarse hasta Cala Rajada y reconoce que si uno tiene la necesidad de acudir al banco, tiene que ir solo y caminando, además deben ser prudentes y vigilar que llegan a las horas que atienden al público. «Si no tienes que volver sin poder hacer nada».

Con los negocios pasa algo parecido. Uno se ve obligado a desplazarse a Cala Rajada para realizar gestiones presenciales y «en el horario que la entidad bancaria quiere», así lo asegura Xisco Llisa, que regenta el bar de Can Patilla. Él tenía como vecinos a dos entidades bancarias y ahora solo se ha quedado un cajero automático, aunque mantiene la esperanza, ya que le han asegurado que la oficina contigua a su negocio volverá a abrir sus puertas unas horas. Algo es algo».

Xisco Llisa (Vecino de Son Servera) B. Capó

Y de Son Carrió y Capdepera a Es Pla de na Tesa, que es el único núcleo municipal de Marratxí donde desde hace dos años la única oficina que existe ofrece sus servicios a través del cajero automático. Una representación de vecinos de la tercera edad, el colectivo más perjudicado, ha expresado su malestar por esta situación. «De deu dies nou, no funciona correctamente el cajero», lamenta este grupo de vecinos que recalca las dificultades que tienen para operar. Uno de ellos interviene para poner un ejemplo de la situación. Y es que un día se vio en la tesitura de ayudar a un vecino a sacar dinero, con el peligro, recalca, que supone que le confesara el número PIN.

Como ocurre en otros lugares, si los vecinos de Es Pla de na Tesa se ven obligados a desplazarse a la oficina de Es Pont d’Inca, deben hacerlo a pie o algún familiar les tiene que acompañar al no existir ningún medio de transporte entre ambas localidades a la oficina. Además se quejan de que no pueden retirar dinero en efectivo si no es a través del cajero. Por ello, y en la misma línea de la campaña iniciada a nivel estatal del pensionista Carlos San Juan, consideran que los bancos tienen dejados de la mano a las personas de la tercera edad, que son las que más necesitan ayuda personalizada, ya que la inmensa mayoría no sabe utilizar las nuevas tecnologías. Por todos estos motivos, coinciden en reclamar que las autoridades tomen cartas en el asunto.

Es Capdellà es otra de las pequeñas localidades de la isla que se han quedado sin sucursal bancaria en los últimos años. Únicamente ha quedado un cajero automático. «El problema es que lo cambiaron y ahora es un poco más complicado. La gente estaba más acostumbrada al anterior», explica una residente del núcleo, Carme Roca. Precisamente, el estado del cajero ha sido motivo de quejas por parte de los vecinos. «Siempre está muy sucio», se lamentan. También se quejan de que, hoy en día, en los bancos «te cobran por todo». «Yo el otro día quería un extracto y ahora te cobran uno o dos euros por él», apunta Roca.

Carme Roca (Vecina de es Capdellà) Juan L Iglesias

Cuando hay que hacer algún trámite presencial, la oficina más cercana está en Calvià vila, con el consiguiente perjuicio para las personas mayores. Muchos no conducen, y se ven obligados a pedirle ayuda a algún familiar para que les acompañe o tienen que coger el transporte público.

El colectivo de la tercera edad, explica Roca, se siente un poco desamparado en estos tiempos en que los bancos se rigen por las nuevas tecnologías y en que los trámites por internet están supliendo poco a poco a la atención presencial. «Hacer trámites es muy complicado. Yo, la verdad, no he tenido interés en aprender, me lo hace mi hija. Hay mucha gente mayor que no sabe ni cómo funciona el teléfono. No tiene ni idea», detalla esta vecina de es Capdellà. En todo caso, Roca sí quiere recalcar que algo que funciona bien es el servicio que presta Correos, en cuyas oficinas se pueden abonar impuestos e ingresar dinero, en vez de tener que ir a un frío cajero para realizar estos trámites. Cabe recordar que Correos ha firmado acuerdos a nivel estatal con varias entidades bancarias para que desde la atención al ciudadano de Correos puedan prestar los servicios de ingreso y retirada de efectivo a través de la iniciativa ‘CorreosCash’. Así, los clientes «pueden realizar esas operaciones en las oficinas y los carteros pueden entregar dinero en cualquier domicilio de España», según informa Correos.

Por otra parte, la FELIB se ha reunido con entidades para explicar la problemática que viven los mayores e intentar buscar una solución para dejar, al menos una entidad en los municipios pequeños. En los medianos, muchos se encuentran con una sola entidad y con la limitación de horarios, se pueden generar aglomeraciones. También se ha contactado con empresas de cajeros automáticos pero los mayores piden un trato personal. 

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