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Lletra menuda | la aceptación de los parques solares

El Govern promociona el parque fotovoltaico del polígono de Ses Veles en Bunyola porque sus casi 80.000 paneles serán el no va más de la generación de energía limpia a gran escala y además, será compatible con los usos agrícolas. En cambio, manda al archivo el proyecto similar de Aena en Son Bonet debido a su contrastado y creciente rechazo social. Los vecinos han dejado patente que se quedarían sin espacio verde. Además, el ayuntamiento de Marratxí también se ha vuelto beligerante con el asunto.

Resulta complicado inclinar el fiel de la balanza hacia un lado o hacia otro porque hoy, en Mallorca, se pueden reunir por igual abundancia de argumentos a favor y en contra de las grandes instalaciones fotovoltaicas. Son altamente recomendables en bien de la salud del entorno y, si se apura, del planeta pero, por otro lado, es prácticamente imposible dar con el mirlo blanco de un parque de este tipo que sea rentable y no consuma una considerable cantidad de territorio plasmando a la vez un fuerte impacto ambiental. Miren, sino, los que levanta el Govern con difusión controlada a expensas de la planta de hidrógeno de Lloseta.

La cuestión es que el cambio climático apremia y algo se debe hacer en un proceso en el que resulta imposible evitar los efectos secundarios. Además, el Govern ha dispuesto una legislación que le marca la hoja de ruta para llegar a sumar el 70% en energías renovables. Se espera, dice el Ejecutivo autonómico, que dentro de dos años ya se haya alcanzado una cuarta parte de este porcentaje, sea con grandes parques, instalaciones particulares o con el último invento de paneles sobre las pérgolas de las carreteras. No hay vuelta de hoja. En lo bueno y en lo malo, habrá que convivir con los parques solares.

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