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Lletra menuda | Recuperar el espacio y el Ánimo

La devastada plaza Jaume Santandreu tiene mucho de simbolismo de la tragedia que supuso para Sant Llorenç la torrentada de 2018. Una plaza digna de su condición siempre aglutina el pálpito de una población, son espacios que se sitúan o reconvierten en centro neurálgico, por eso también son propicias a los accidentes y algunas desgracias mayúsculas pueden desembocar en ellas. El barro reseco de los males causados por las inundaciones permanece latente, por reciente, en la memoria colectiva de toda Mallorca. Solo va aliviándose por el paso del tiempo y el bálsamo de la oleada de solidaridad que provocó.

Si la plaza en cuestión es símbolo y núcleo del castigo infringido por la naturaleza, en buena lógica también debe transformarse en estandarte y escenario principal de la recuperación del ánimo colectivo, ese mismo que resulta imprescindible para encarar el futuro. Esa es la línea que parece seguir el Ayuntamiento con la rehabilitación de la plaza Jaume Santandreu, una denominación que, por cierto, parece tener los días contados porque las obras no son solo físicas, abarcan lo sentimental y la actitud de agradecimiento. A expensas de lo que diga una consulta popular en ciernes, todo hace pensar que el día de mañana se denominará plaza de la solidaridad o del voluntariado. Integrará el espacio que ocupaba la vivienda derruida y tendrá trato preferente para los peatones y los sistemas de energía renovable. El precio material del cambio impuesto por la cólera del agua son 395 mil euros a cargo del Consell y tres meses de obras.

El Quesito de la denominación que el ingenio popular le otorgó en base a su forma triangular se derrite definitivamente para dar forma a un cuerpo de plaza más multiforme y consistente. Es la actitud que necesita el Sant Llorenç de alcalde nuevo para mirar al futuro con la cara alta.

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