«Había muchas ganas de feria, ¡pero no tantas de comprar!». Así resumió la jornada de Dijous Bo Toni Amengual, payés que dirige la compañía S’Hort des pla (Sant Jordi). Su estand, pese a ubicarse en plena calle Major de Inca, no tuvo el éxito deseado. Los viandantes miraban con interés sus productos, algunos de ellos los degustaban, pero pocos se animaron a comprar. «Y los que lo hacen piden piezas pequeñas o la mitad», explicó Amengual, quien cogió el relevo familiar hace ya algunas décadas, formando la tercera generación de payeses que elaboran sobrasadas y quesos con esta marca. Todo ello, con productos locales. «Sembramos hasta el pebre para confeccionar las sobrasadas», detalló Amengual.
A escasos metros Miquel Fullana, de Formatges Serra de Llodrà (Manacor), vendía su producto al grito: «Esto no lo encontraréis en las grandes superficies». Sus expectativas de venta, tras un año y medio de parón por la covid-19, eran nulas. «Nunca se sabe», señaló. Pero sus clientes habituales no le decepcionaron y fueron a comprarle queso.
Más éxito tuvo la degustación de Mel Es Begot, entidad que regenta David Llompart. Según este apicultor, que cuenta con un taller en es Pont d’Inca, la pandemia ha golpeado de lleno al sector, aunque como Martínez han intentado sobrevivir con la puesta en marcha de venta online, en tiendas y servicio a domicilio. Para Llompart, ayer el día se dio «más o menos»: «Al menos se ha podido celebrar».
Pese a lo que parecía una jornada «animada», Fullana no dudó en echar la vista atrás para denunciar la mala gestión de las administraciones públicas. «Se han abierto antes las discotecas que las fires», criticó, mientras rememoraba que no ha recibido ninguna ayuda durante todo este tiempo, viéndose obligado «a tirar de ahorros» ya que sus productos solo los vende en ferias.
Para Miquel Martínez, de Salsa Picante Martínez (Sóller), la pandemia le ha servido de excusa para reinventarse, ofreciendo su producto a través de internet. Este solleric es el único artesano de Mallorca que se dedica a la elaboración de salsas picantes. Y es que lo que comenzó como un hobby, ha terminado, empujado por sus amigos, por ser su profesión. Y de eso hace ya cinco años.
Hasta su estand se acercaron diferentes autoridades, interesadas en su «peculiar» salsa. «Tengo la más picante del mundo», apuntaba Martínez entre risas. Algunos atrevidos se dispusieron a probarla, pero este solleric les advirtió con anterioridad de que no tenía agua.
Así de optimista se mostró también Toni Ramon, quien viajó desde Menorca para participar en esta fira con su marca de quesos Binigarba. «De momento se ve mucha gente, a ver si compran», aseveró. La afluencia de público no amainó durante todo el día pero las ventas se definieron como «flojas».
