Desde el punto de vista y los intereses del conductor, el desmantelamiento del inutilizado peaje del túnel de Sóller supone una mejora en cuanto a confort y ahorro personal. En todo caso, será también una visión limitada porque el lugar y su evolución requieren una perspectiva mayor para ser valorada en su dimensión adecuada.
Al tiempo que allana su acceso, la verdadera intención del Consell está en tapar el primer santuario de corrupción política en Mallorca, borrar el paso subterráneo más peligroso y caro de España y la huella de un rescate, tan precipitado como tardío, en el que los jueces, por dos veces, no han visto justificación suficiente de interés público. La historia del túnel de Sóller es más oscura que su propia cavidad. Es el espejo opaco en el que mirarse para reiterar el modo en el que no deben hacerse las cosas. Se han cometido tantos excesos en el túnel que ahora, el ciudadano que los ha financiado en contra de su voluntad, deberá purgar un verano de cortes de tráfico, molestias y desconexiones de servicios esenciales.
