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Joan Puerto: hombre de mar y cine

El pasado domingo más de 50 amigos despidieron al proyeccionista de los multicines de Manacor, buceador, melómano y amante de la historia. Una escultura submarina le recuerda en el puerto de Pollença

Momento de la inmersión para homenajear a Joan Puerto en su lugar favorito. PEDRO RIERA

La vida acaba compensando a quien la ha vivido en un movimiento constante y acompañado. Amigos y familiares de Joan Puerto Ginard (1961-2021) acudieron en pleno, el pasado domingo, al acto de homenaje del que todos coinciden en señalar como una persona culta y con unas inquietudes muy marcadas que iban desde el cine hasta el jazz, pasando por la historia de Egipto, la segunda Guerra Mundial o la pesca submarina. "El mar fue el hilo conductor de su vida, ya desde niño", recuerda su hermano Toni, "muchos de días, si veía que estaba tranquilo, cogía el coche y se iba al puerto de Pollença, fuera a bucear o para ir con el velero o la piragua. De hecho yo empecé por él", añade Antoni Ferrer Vallespir, periodista y gran amigo.

Precisamente el puerto de Pollença y la Cova des Colomer fueron los lugares elegidos para despedirle como era debido, con una inmersión y la colocación de una placa diseñada por el también manacorí Llorenç Ginard, en su sitio predilecto. "La iniciativa partió de Sion Riera", explica Toni Puerto, "me llamó hace dos meses para ir a desayunar... yo pensaba que era por trabajo, pero en realidad era para organizarlo todo". Y así fue, su grupo de amigos de gafas y botellas de oxígeno: Julià Duran, Marga Fons, Joan Sastre, Joan 'Xoro' y Pedro Riera, ya esperaban de buena mañana a que el resto, ni más ni menos que 50, llegaran en catamarán hasta el punto marcado en es Colomer. Todo a punto para, a partir de flores y un sentimiento de añoranza, volver a rememorar.

Joan Puerto.

Joan Puerto.

"Allí abajo todo se cura", le dijo Puerto, ya enfermo en la unidad de paliativos de Sant Joan de Déu, a su enfermera Laura. El pasado mes de febrero y después de más de un año de lucha contra el cáncer, Joan quedó dormido para siempre. "Tranquilo y consciente de que se iba. Hasta el punto que lo dejó todo arreglado hasta el más mínimo detalle: persianas pintadas, puertas untadas, le cambió la pila a los relojes, cambió de nombre la moto... todo para que yo no me tuviera que preocupar de nada. Y es que aunque sólo fuera dos años más joven que él, siempre me protegió", dice Toni, que aún tiene" un listado de cosas que me dejó por hacer... aunque basta una por día, me dijo".

A pesar de ser marinero vocacional y viajar por todo el mundo en busca de nuevos océanos y profundidades, nunca ejerció ninguna profesión relacionada con el agua, sino que la vida le llevó a trabajar durante 25 años en el despacho del notario local Miquel Riera. Un trabajo más rutinario, pero que también le permitía tener tiempo libre. "Siempre le decía que tenía que haber sido monitor de buceo o algo relacionado con el cine, su otra gran pasión".

Precisamente de acompañar a Antoni Ferrer a ver películas aquí y allí, hizo que conociera a Sebastià Salom, responsable de Aficine, quien le pidió, en 2000, que le buscara a alguien de confianza que se hiciera cargo del día a día de los nuevos Multicines que abriría en Manacor. "Cuando sólo faltaba un mes y a la vista que no había encontrado a nadie, se ofreció él mismo".

Las flores

"No creo que hubiera querido un homenaje floral, pero si Joan supiera como tuvimos que hacer el ramo, seguro que habría aceptado con una sonrisa", explica su hermano, que se encargó de comprarlas a una conocida floristería de Porto Cristo. Pero algo falló. "Cuando íbamos de camino al Puerto de Pollença comprobamos que las habíamos dejado!... y que ya era demasiado tarde para volver atrás. Teníamos que encontrar otra solución. Las robaríamos, y si nos pillaban ya explicaríamos el motivo esperando que lo entendieran...".

“La cogimos de diferentes lugares, porque tampoco se trataba de dejar a alguien sin nada. Primero del jardín de un restaurante, después de un hotel de la zona, de dos chalés con unas bouvanvilias... quedó un ramo precioso 'donación' de varios vecinos". La jornada de despedida terminó con una paella de hermandad en el Restaurante Cas Chato de Can Picafort, "donde Joan se solía parar muchas veces a comer".

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