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Imagen de la piscina vací­a situada ante el hotel Mar y Paz.

Lletra menuda | Valor y legalidad del espacio sentimental

Los excesos de la primera expansión turística, esa que arrimó a las olas el afán de ocupación constructora, incluso con la afinidad de las instituciones, siguen anclados hasta en los sentimientos colectivos y el patrimonio emocional. Es el caso de la piscina Mar y Paz de Can Picafort.

Está fuera de ordenación desde 1995, la gente la tiene por suya, la concesión ha expirado, el Ayuntamiento de Monjo se propone sustituirla por un parque urbano a lo que Costas consiente y la oposición dice que, como mal menor, mejor restituir el terreno original.

Hay movimiento vecinal para salvar una piscina sentenciada. Imposible contentar a todos.

Estamos en Can Picafort, lugar donde suele dirimirse la política de Santa Margalida y el alcalde Monjo, como siempre, juega fuerte.

No solo se trata de nadar en la piscina de la polémica y el recuerdo, el objetivo es mantener y ganar brazada suficiente hasta las elecciones.

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