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Rafel Muntaner Morey, ‘Coca’, empresario y exalcalde de Manacor.

«El cine Goya fue una de las mejores salas de la isla, es duro verlo languidecer»

«Fuimos pioneros en sacar un folleto con toda la programación mensual con días y horarios de las funciones, lo que entonces no era habitual»

Después de un año entero sin cine en Manacor y que se han cumplido veinte del cierre del emblemático Cine Goya, hablamos con quien fue su último responsable hasta noviembre del año 2000, el empresario y exalcalde manacorí, Rafel Muntaner (Manacor, 1936). El Goya se habilitó como cine de barrio sobre lo que era un antiguo hospicio construido en 1750. La reforma de Antoni Riera Jaume ‘Canova’ se inauguró el 29 de noviembre de 1957, con una sala enorme y un patio inicial de más de 700 butacas.

¿Durante cuántos años gestionó el Goya?

Desde septiembre de 1989 y por un periodo que en principio debía ser de 10 años, pero que se prorrogaron un poco, hasta el mes de noviembre de 2000, fecha en que cerramos definitivamente… y así se ha quedado hasta la actualidad. El Goya fue una de las mejores salas de proyección cinematográfica de la isla, por eso es duro verlo languidecer.

¿Cómo surgió la idea?

De un grupo de cinco amigos movidos más por el sentimiento de pervivencia del cine que por motivos crematísticos. Todo comenzó con una tertulia entre amigos. Hablábamos de cine y de los proyectos de la próxima temporada con Bernat Fons, uno de los propietarios. Dijo que ya estaba cansado, que no ganaba dinero y que la distribuidora no le daba ninguna facilidad ni apoyo, y además le exigía comprar por lotes. Tenía casi decidido hacer temporadas más reducidas, de cinco meses. Le dije que no podía dejar a Manacor sin cine y le hice una propuesta de alquiler, medio en broma. Consideré que el séptimo arte en pantalla grande no podía desaparecer total o parcialmente del municipio.

Y fructificó...

Pasados unos días me llamó para pedirme si aún estaba interesado. Se sucedieron varias entrevistas para concretar las condiciones y los futuros socios, que finalmente fuimos: Gabriel Galmés Arcenillas, Miquel Quetglas Juan, Miquel Perelló Nebot, Miquel Sabiol Burgués y yo mismo, Rafael Muntaner Morey. Así nació la empresa Cines Manacor SA.

¿Costó mucho ponerlo al día?

Se hizo un nuevo planteamiento de explotación. Creímos que había que hacer un replanteamiento en todos los aspectos. Se firmó un préstamo hipotecario para mejorar sobre todo la sala de proyección, así como todo lo que creíamos que era necesario para dar un mejor servicio a los aficionados.

¿Qué cambiaron?

En aquellos momentos, en 1989, en la sala había 546 butacas bastante incómodas y estrechas; así que las cambiamos por otras más anchas y comodísimas que aún son las que se conservan dentro. El aforo se vio reducido hasta las 414. Se cambió también la pantalla de proyección que ya estaba anticuada y amarillenta, por otra que en aquellos años era la última novedad, refractante e ignífuga. En cuanto a la máquina de proyección de 35 milímetros, se le cambió la lámpara por una de mayor potencia lumínica, también la lente de proyección... y algo muy importante: adaptamos la bobina para que tuviera más capacidad y así evitar los llamados descansos, que era cuando había que cambiar de rollo en películas de larga duración. Finalmente implementamos el sonido, con un sistema Magnasound primero y Dolby estéreo después.

Fue casi como si abrieran un cine nuevo...

Se intentaron hacer cosas nuevas para atraer el mayor número de adictos al cine posibles. Y de hecho se consiguió, puesto que la asistencia a las funciones aumentó.

¿Cómo lo hicieron?

 Las funciones pasaron a ser de una sola película y no el clásico programa doble en que primero había que ‘comerse’ la cinta mala para ver después la buena. Con lo cual también rompimos con la llamada contratación por lotes. Implantamos las sesiones matinales los domingos con entradas a un precio bajo y regalo de invitaciones a las escuelas. Se organizó un Cine Club, un ciclo de cine español, las Noches de Terror. Llegó a haber función cada día de la semana, excepto los martes por descanso.

Y los folletos mensuales, que en tiempos pre-internet eran muy solicitados...

Sí. Fuimos pioneros en sacar un folleto con toda la programación mensual con días y horarios de las funciones ya cerrados, lo que no era habitual en aquellos tiempos. Tuvo muy buena aceptación dentro de Manacor y la comarca. Además lo complementamos todo, como le decía, con un buen servicio de bar, palomitas y golosinas a precios normales.

El Goya aún se asocia a las ‘Noches de Terror’.

En realidad no fuimos los inventores de las noches de miedo en Manacor. En enero de 1987 y también en abril de ese año, en el Teatro Municipal se organizaron unas veladas nocturnas de tres o cuatro filmes de terror. Quien nos convenció a nosotros de hacerlo fue Antoni Ferrer Vallespir, gran amante del género. Tuvo tal éxito que continuó hasta la semana del cierre. El primer programa que hicimos fue el 31 de octubre de 1989, con las proyecciones de Granja Maldita, Pacto de sangre, El terror no tiene forma, El terror llama a su puerta y Pesadilla en Elm Street 4. Recuerdo que las entradas se pusieron a la venta una semana antes, y los últimos días mucha gente acudió a los socios para pedirnos entradas porque se habían agotado. Las fuimos haciendo de manera anual.

¿Cuál era el horario?

Comenzaban hacia las nueve de la noche y solían terminar pasadas las cuatro de la madrugada. Había gente que aguantaba hasta la última película.

¿Los problemas para conseguir películas de estreno fueron desde el primer día o solo al final?

Desde el principio las relaciones con la distribuidora de Palma fueron complicadas. A pesar de que cueste de creer, nunca acabamos de tener claro ni los gastos ni la fecha concreta de entrega, lo que siempre nos creaba angustia.

¿Por qué pasaba?

Por casualidad llegué a saber que el distribuidor de Palma tenía el cine Goya inscrito como una sala más de exhibición de su cadena, y ellos sí concertaban fecha e importe con las distribuidoras españolas. No parecía correcto ni comercial; de hecho ese sistema provocó la muerte de los cines de pueblo, que también sufrieron la misma práctica comercial del monopolio palmesano. Nos unimos con el cine Juva de Capdepera y el Recreativo de Llucmajor y conseguimos contactar directamente con todas las distribuidoras excepto con la Warner. A partir de ahí pudimos acceder a fechas más cercanas a los estrenos nacionales y a precios más económicos.

¿Netflix, Movistar, HBO etc., acabarán con el cine?

Ni el vídeo pudo hacerlo antes ni ahora las plataformas sustituirán a las películas en pantalla grande, especialmente las superproducciones. ¿Dónde están los más de doce videoclubs que había en Manacor en el boom del 1987, por ejemplo? hoy ya no queda ninguno.

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