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Lletra menuda | Las decisiones contundentes

Aun mes de la entrada en vigor de su aplicación, el Ayuntamiento mantiene la firmeza y la contundencia de la zona de prioridad para residentes en Manacor. Pero, como sucede con las actuaciones que suponen una ruptura con el pasado, y sobre todo si ésta se produce de forma drástica y tiene una importante repercusión práctica, la ZPR manacorina no deja grandes resquicios para la indiferencia, cuenta con devotos convencidos y agnósticos agobiados por las prisas en un municipio donde la parsimonia administrativa y la inacción política son tradición. La reserva ciudadana para peatones ha superado la prueba de fuego de su estreno y el equipo de gobierno que la ha impulsado coge aire sin atender las peticiones de tiempo muerto que le pide la oposición. Gobernar es algo parecido a eso, resolver desde la convicción y hacerlo con firmeza aunque tal misión no tiene por qué descartar el consenso ni las aportaciones de una discrepancia política en la que no todo es pecado. Ahora el reto de la ZPR está en la consolidación y la estabilidad. Ojo al crecimiento rápido y al éxito prematuro. Las licencias irónicas de Sebastià Llodrà al anunciar la instalación de cámaras de vigilancia y el infierno sancionador de las multas disuasorias o la rapidez con la que la ZPR ha engendrado una ZEC vinculada a la actividad comercial, pueden ser síntomas de una seguridad no controlada al volante de la movilidad manacorina. En todo caso, hay que dejar patente que resolver casi dos millares de solicitudes de residentes en apenas un mes significa eficacia. Una efectividad que estos días se contrapone con el despilfarro alejado del servicio público en el viejo cuartel de sementales que ahora empieza a afinar su reconversión docente como centro integrado de música.

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