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Lletra menuda | La apuesta de la buena voluntad

Al igual que en tantas otras cosas de la vida, en cuestiones de juego existe una doble moral. Todo el mundo es consciente de sus efectos perniciosos, no solo en el aspecto económico, pero la proliferación de casas de apuestas, plataformas digitales y demás ganchos para probar suerte, no cesa. Si la oferta sigue al alza es porque halla la respuesta que persigue. Después de la legalización de estos negocios, al Govern no le ha quedado más remedio que decretar una moratoria, aún vigente, para intentar poner orden, sensatez y algo de equilibrio al fenómeno. Dentro de esta tesitura resulta comprensible la inquietud creada en Es Pont d’Inca ante la más que probable apertura de una casa de apuestas. Será la primera en todo Marratxí. Obtuvo la licencia antes de la moratoria y ahora está a expensas del permiso de obras. Una plataforma en la que confluyen entidades cívicas, deportivas y educativas aboga por la extinción de la iniciativa con argumentos que resultan lógicos y consecuentes. Todos sabemos de las conductas de riesgo que habitan en la órbita de las tragaperras y apuestas. Pero la legalidad no siempre casa bien con la prevención, el equilibrio y la madurez humana. Las pretensiones de la plataforma anti casa de juego son, ahora mismo, una apuesta a la buena voluntad de la propiedad para que desista de su negocio, el encontronazo de dos intereses contrapuestos y eso, quizás, sea pedir peras al olmo. Además, en el supuesto de que se frenara la apertura de la casa de la suerte desigual y caprichosa, cualquier residente en el municipio de Marratxí podrá hallar su sustituto en la ciudad de Palma o en primera pantalla de móvil que tenga a mano. Por eso el premio a perseguir, en lugar del veto, es el de saber convivir con la presencia de casas de juego pero evitar su uso.

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