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Lletra menuda | Calma y engaño de la larga espera

Después de la tempestad viene la calma. Sin embargo, la quietud y recomposición que sucede al desastre pueden tener bastante de engañosas porque en bastantes casos significan la parálisis o el retraso de la solución y la deuda pendiente. Sucede, sobre todo, cuando la administración pública está de por medio.

Hace un año que el temporal Gloria devastó lugares emblemáticos del litoral del Llevant. La reparación de los destrozos, que siempre se presenta como un compromiso firme y solidario tras la vista de las autoridades al lugar más dañado, es todavía hoy una cuenta pendiente, ni siquiera cerrada en cifras reales. Los ayuntamientos tienen hasta el próximo día 29 para presentar al Gobierno la justificación de las obras realizadas o necesarias para así poder recibir la mitad de su coste.

Capdepera y Manacor fueron algunos de los municipios más castigados en su litoral. Han reparado por cuenta propia su porción de destrozo que, en su conjunto, los ayuntamientos y Consell cifraron en 10 millones de euros.

La calma aparente ha sido un doble engaño. El coronavirus ha significado un segundo temporal sobre el primero que ha anulado la urgencia de la prisa inicial para no perjudicar a una temporada turística inexistente.

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