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Los secretos de las calles de Alaró

Un ejemplo de la volatilidad de los nombres de personas aplicados a las vías es el de la actual Pere Rosselló i Oliver

El libro ‘Alaró, carrer a carrer, incluye un centenar de fotografías antiguas.

La estética determinó el nombre de la calle Solleric de Alaró. Históricamente había sido conocida como Carrer de sa Bassa, pero en 1951 el Ayuntamiento decidió el cambio de denominación con un argumento que consta en acta: «Lo poco estético de la terminología actual, que en mallorquín significa charca». Existe un argumento concurrente que no figura en los documentos municipales: en esta época, Pedro Salas, propietario de la finca de Solleric, era el presidente de la Diputación Provincial y los concejales le rendían un homenaje camuflado.

Esta y decenas de anécdotas más se recogen en el libro Alaró, carrer a carrer, que publica la Associació Cultural Al Rum. Ha sido escrito conjuntamente por Andreu Mateu, Bartomeu Noguera y Joan Riera. Será presentado el 11 de diciembre en el Teatre d’Alaró. «Pretendemos que todos los alaroners conozcan la evolución urbanística, los vaivenes de su nomenclátor, la historia de personajes relevantes que dan nombre a las calles o vivieron en ellas y referencias a fábricas y comercios emblemáticos que tuvieron», explica Andreu Mateu.

Las fotos permiten verificar los cambios en la fisonomía. ‘Alaró, carrer a carrer’.

El volumen acompaña los textos explicativos con un centenar de fotografías antiguas, la mayoría inéditas, que permiten verificar los cambios que ha sufrido la fisonomía del núcleo urbano, los inmuebles emblemáticos perdidos y observar unas calles vacías de vehículos, algo imposible hoy en día. Un gráfico y varias fotos aéreas muestran los cambios en la trama urbana desde el siglo XVIII hasta nuestros días.

«Pretendemos que todos los ‘alaroners’ conozcan la evolución urbanística, los vaivenes de su nomenclátor»

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Un ejemplo de la volatilidad de los nombres de personas aplicados a las calles es el de la actual Pere Rosselló i Oliver. Abierta hace apenas un siglo, a finales de los años veinte, era citada como «calle de nueva apertura sin nombre», con la República se bautizó como Pablo Iglesias, en 1934 fue dedicada a Alejandro Lerroux, en el 36 recuperó por pocos meses el nombre del fundador del partido socialista, durante y tras la Guerra Civil rindió pleitesía al Conde Rossi o al general Rossi, que con ambas identidades se presentaba el asesino italiano, a finales de los cincuenta pasó a denominarse Escuela Graduada y desde los ochenta homenajea al alcalde socialista asesinado en diciembre de 1936, que fue el impulsor de la construcción del colegio público.

Calles vacías de vehículos, algo imposible de ver hoy en día. ‘Alaró, carrer a carrer’.

El libro también homenajea a Antònia Matas, esposa del médico Jaume Colom -con vía dedicada-, que elaboró de forma altruista unas sesenta placas cerámicas, con motivos ornamentales distintos de inspiración modernista para identificar las calles. Constituyen una obra singular y artística difícil de encontrar en otros municipios.

Escenas cotidianas. ‘Alaró, carrer a carrer’.

Las páginas acogen personajes protagonistas -los que dan nombre a una calle- y secundarios de alto nivel -aquellos que han residido en algunas de ellas-. Intervienen artistas como Llorenç Rosselló, Manolo Coronado, Pep Llambías, Rafa Forteza o Aleix Llull. Escritores como Joan Rosselló de Son Fortesa, Joan Alcover, Miquel Costa i Llobera o Bartomeu Guasp. Extranjeros como Otto Kumenius, que fue espía en la II Guerra Mundial; Peter Von Tresckow, dibujante del Frankfurter Algemeine Zeitung, o el Germà Julio de La Salle, un francés que fundó y dirigió el colegio de los frares del bavarall en Alaró.

«La fuente esencial del libro ha sido las vivencias de decenas de ‘alaroners’ que guardan en su memoria», explica Mateu

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Algunos de los topónimos recogidos se remontan al siglo XIII, sobre todo los que recuerdan a los molinos de agua

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«El libro se nutre de datos de archivos, hemerotecas y publicaciones anteriores -explica Mateu-, pero la fuente esencial han sido las vivencias de decenas de alaroners que guardan en su memoria los hornos, tiendas o acontecimientos localizados en las distintas calles del pueblo».

Algunos de los topónimos recogidos se remontan al siglo XIII, sobre todo los que recuerdan a los molinos de agua que funcionaban a lo largo de la acequia de la Font de ses Artigues. Uno recoge una incorrección lingüística, Porrossar, denominación oficial cuando la palabra correcta sería Porrassar, en referencia a un «camp de porrasses». Los más recientes son los dedicados a las Sabateres, personajes reales e imprescindibles en la industria local, y Blanca de Son Penyaflor, un nombre de leyenda.

Varias fotos aéreas muestran los cambios en la trama urbana.

Varias fotos aéreas muestran los cambios en la trama urbana. ‘Alaró, carrer a carrer’.

Los sucesos también se integran en la trama urbana del pueblo. Una factoría de falsificación de billetes que funcionó a principios de los años cincuenta en la calle del Pujol y un pavoroso incendio que arrasó la fábrica de Can Seguí en la actual Germans Perelló, antes Carrer Que no passa, se integran en este capítulo.

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