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Necesidades y gusto adelantado

Va colando en algunos sectores una relajación del cumplimiento de las normas sanitarias

Acabamos de estrenar el mes de junio, el aeropuerto sigue cerrado, no hay turistas, ir a la playa a estas alturas del año es más bien una moda que una costumbre que venga de antiguo. Aún con todo ello, ya el pasado fin de semana, la Policía Local de Calvià tuvo que cerrar cuatro playas durante unos horas, por exceso de aforo. Es verdad que estamos saliendo de un largo confinamiento que ha tenido algo de trauma colectivo y que la primavera está aquí, este año generosa como en pocas ocasiones, en cuanto a esplendor vegetal. Hay demasiados envites y tentativas para cumplir con la necesidad de salir.

Pero la cruda realidad tiene otros matices que conviene puntualizar y sobre todo, no olvidar y cumplir. El más importante de ellos es que seguimos en desescalada y que permanecen las limitaciones de aforo y las reglas preventivas de comportamiento social.

Lo ocurrido el pasado fin de semana en la costa de Calvià mantiene la vigencia de algunas cosas sabidas y otras de nueva cosecha. En el primer apartado está la confirmación de que basta que te prohíban una cosa para que sientas la imperiosa necesidad de llevarla a término y te las ingenies como sea para ponerla en práctica, en el segundo, la demostración de que va colando en algunos sectores una relajación del cumplimiento de las normas sanitarias que se convierta en caldo de cultivo para el rebrote de zonas de coronavirus.

Por tanto, está justificada la intensificación de medidas de control prevista por la Policía de Calvià para el próximo fin de semana. Los socorristas de la playa están llamados ahora a ampliar su campo de acción. Auxiliarán por igual en el mar y sobre la arena, dado que a ella se puede portar el Covid-19.

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