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Agricultura

'Fonoll marí', de la costa al Pla

La finca Corbera de Llubí, la única plantación en toda la isla, custodia dos hectáreas con hinojo marino sembrado - Este mes de mayo ha empezado su primera cosecha "seria" - Según sus cálculos, se espera recolectar 6.000 kilos

Juan José Alcaide, en la finca de Llubí cortando el 'fonoll marí'. r.f.

De la costa al Pla. El fonoll marí (crithmum maritimum) viaja del litoral al seno de la finca Corbera en Llubí, donde desde hace unas dos semanas ha empezado su primera cosecha "seria". Es la única que tiene una plantación de hinojo marino. La iniciativa la emprendió la Corporació Rosselló Castell. Tal y como confiesa el propietario de Conservas Rosselló, Cristòfol Rosselló, "la historia no tiene desperdicio". Han sido dos años de "prueba, ensayo y error" para conocer los entresijos de esta planta y dar con el sistema de recolecta adecuado. Así lo revela el responsable de Son Mesquidassa, Juan José Alcaide, que descubre las curiosidades de esta planta, que a pesar de encontrarse en la costa (y en contra de lo que se tiende a pensar) no precisa el mar para crecer. "Lo único que pide es no tener competencia. Si dejamos una hierba a su lado, por pequeña que sea, la planta merma", explica Alcaide que confiesa que ha sido el gran descubrimiento. "La verdad es que pensábamos que tendríamos muchas dificultades por este motivo pero la realidad ha sido que el único secreto del fonoll marí.

"Estuvimos un año solo tratando la tierra para poder plantar el hinojo marino, luego colocamos unas mallas antihierba y sembramos las plantas", explica. Hace dos años que la finca de Llubí custodia dos hectáreas de hinojo marino. El primer año surgieron los problemas, básicamente, hongos. "Las tratamos dos veces de hongos y las abonamos una vez. No hemos vuelto a hacer nada más. La planta se regenera sola", desgrana Alcaide, que calcula que en esta cosecha se recolectarán unos 6.000 kilos mientras que en la de septiembre rondarán entre los 2.500 y los 3.000.

Desde el pasado 11 de mayo cada mañana van a recoger el fonoll marí. "Queríamos empezar entre el 18 y el 25 de mayo pero comenzamos antes por miedo a que no empezara a espigar". Cada día cogemos lo justo para envasar. "Al ser fresco cuesta menos cortarlo. Lo cogemos, lo limpiamos, lo troceamos y lo metemos a macerar en agua, vinagre y sal en unas botas de 250 kilos. En un mes está listo para degustar", detalla el experto, que tiene claro que el mayor quebradero de cabeza ha sido dar con el punto exacto de cogerlo. "Si cortamos ahora, en septiembre tiene otro corte antes de que vuelva a espigar pero todo ello lo hemos ido descubriendo tras hacer distintas pruebas. De hecho, la cosecha del pasado septiembre nos sirvió de prueba.

¿Y qué les llevó a sembrar hinojo marino en su propia finca? Básicamente, evitarse problemas. Al ser una especie protegida para recolectarla se requiere un permiso especial de la conselleria. Como envasadores, se nutrían de los particulares que les proporcionaban la materia prima. Así, explican que se encontraban con la tesitura de que venía el mismo recolector con kilos y kilos de fonoll . Llegaban a dudar que se cumplieran los requisitos establecidos. Además al traerlo amontonado, la parte inferior no estaba en condiciones para utilizarse. Asimismo, al proceder de distintos recolectores, el producto final nunca era igual. Esta situación les impulsó hace tres años a emprender este proyecto. Contactaron con Agricultura, que dio luz verde a la iniciativa. Con los permisos concedidos, los impulsores se fueron a recoger las semillas en el punto indicado por los técnicos y custodiados por dos patrullas del Seprona. Fue en un vivero de Sant Joan donde se hizo el plantel para luego sembrar las 5.000 plantas en la finca de Llubí.

En 2019 las ventas fueron de 6.000 kilos de fonoll marí, 2.000 de los cuales ya eran de su propia finca pero la sensación en esta primera campaña íntegramente de su propia plantación es algo agridulce ya que la situación de incertidumbre debido a la crisis de la Covid-19 ha hecho que pierdan la mitad de la campaña. Según sus cálculos, las ventas rondarán entre los 3.000 y los 4.000 kilos. "Hemos perdido la mitad de la campaña pero en todo pasa igual. La gente está asustada", lamenta Alcaide, que explica que a pesar de venderse en tiendas, sus principales clientes son bares y restaurantes que lo utilizan básicamente para servir un buen pa amb oli. "La demanda se centra en Mallorca. Todo queda en la isla", deja claro el responsable de Son Mesquidassa.

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