El Consell atesora un abultado historial de planes, convenios y acuerdos para incentivar la economía y el desarrollo social de los pueblos de Mallorca. La mayoría de ellos han dado para repetitivos discursos y gruesos dossiers capaces de documentar lo evidente: El interior de la isla es el pariente pobre y marginado del despliegue turístico monocorde.
La parálisis de la pandemia del coronavirus motiva ahora otro plan de apoyo. No le falta justificación. Cuarenta millones de euros, dos decenas de técnicos para asesorar por vía municipal a las empresas, mirada puesta en los servicios sociales, atención al Plan de Obras y Servicios y reducción de la burocracia. Es atractivo.
El plan presentado ayer se llama Mallorca Reacciona. Ahora solo falta que el proyecto responda a su denominación y que ésta sirva de espoleta para que el Consell reaccione de una vez por todas y acabe con su acreditada experiencia de papeles mojados sobre el desarrollo y soporte a la Mallorca más desfavorecida en lo humano y económico.
La pandemia actual hace que la resolución práctica se haya vuelto más necesaria que nunca. Sobran medios para ello. Aparte de la infraestructura municipal, los proyectos anteriores crearon mancomunidades y asociaciones que también necesitan operatividad real.
