Las de índoles vegetal y animal no son las únicas plagas invasoras que alteran el medio ambiente de Mallorca. Existe otra, más voluminosa y seguramente más nociva para la salud pública, de signo material y formada por escombros y residuos de múltiple condición abandonados en el lugar más insospechado.
Son Reus está a pleno rendimiento y la selección y evacuación de restos de obra también está organizada. Los municipios de la isla tienen organizada, de un modo u otro, la recogida de basuras. Con todas sus carencias, el servicio nunca había sido tan amplio, pero aun así, la lucha contra el abandono de trastos y residuos no admite tregua. Es la mala alianza entre demografía desmesurada, incivismo al alza, poco apego a la higiene colectiva y parca conciencia ecológica.
El ayuntamiento de Incaha retirado unas 60 toneladas de residuos, en buena parte contaminantes. Señala lugares de depósito y con el término municipal limpio, se propone hacer borrón y cuenta nueva a base de mayor vigilancia. Le costará, sobre todo porque ni él ni el resto de ayuntamientos cuentan con la suficiente complicidad de vecinos y visitantes.
