En la Mallorca de hoy ya no es posible, por fortuna, hablar de fiesta popular de arraigo tradicional obviando o excluyendo la presencia femenina. Quiten la infraestructura de las mujeres y su trabajo abnegado y callado y verán cómo se desmorona, en un pis pas, la celebración popular de turno. El predominio masculino es ya antecedente de otra realidad social que se corresponde con un siglo superado en el calendario cívico y colectivo. Ahora hay que inaugurar, aunque sea con demora, el tiempo de la igualdad plena.
Del mismo modo que hay blavetes y se aproximan cossieres, estaba cantado que, más pronto que tarde, las dimonies saldrían del infierno de la exclusión. La demanda y la presión obliga a darles identidad.
El Patronat de Sant Antoni de Manacor formará por primera vez a mujeres dimonis y bacineres. La mitad de las plazas del nuevo curso están reservadas para ellas y el Ayuntamiento dice que, precisamente este hecho, es el que le motiva para respaldar la iniciativa. La mujer no puede estancarse como comparsa. El primer plano del protagonismo y la participación plena también son suyos.
No se trata solo de reconocer a las mujeres algo que en buena lógica no ofrece lugar a discusión. El objetivo es también dignificar a la fiesta y ponerla al día. Admitamos que, en la actualidad, una celebración lúdica sujeta a marginación por razón de género ya no puede responder a su nombre ni a su buen fin social.
Cuando un 16 de enero aparezcan las primeras dimonies y bacineres en las calles de Manacor significará que Sant Antoni no ha sucumbido a las tentaciones de la exclusión y la desigualdad. Y que la ciudad puede seguir teniendo en esta fiesta vivencia y expresión propia.
