Por sus hechos los conoceréis. Ocurre con las personas y también con las instituciones. Manacor lleva tiempo arrastrando problemas de identidad. El municipio, imprescindible para entender la Mallorca de hoy y de siempre, no se reconoce en el espejo porque aglutina demasiadas individualidades con la mirada fijada en el obligo de los intereses, las especulaciones y el bienestar inmediato.
El resultado de las pasadas elecciones locales posibilitó un pacto de gobierno de signo, dicen, progresista. Tiene que notarse. Con el Plan General definido y encarrilado, el otro gran signo de intenciones se plasma en los presupuestos municipales del próximo año. Se presentan con cuño feminista y etiqueta verde, lo cual debe entenderse como un claro esfuerzo por la igualdad y la participación social. La cohesión y la puesta al día, que buena falta hace.
Manacor no puede seguir dando rodeos sobre los círculos viciosos de sus propias rutinas. Que en los presupuestos del año próximo se pase de 3.000 a 50.000 euros para políticas de igualdad y de 80.000 a 130.000 para ayuda a las familias, significa el reconocimiento y aceptación de muchas carencias. También el primer paso para mitigarlas.
Sin inversiones deslumbrantes, los presupuestos del municipio plural parecen decantarse por estabilizar y mejorar el día a día y por integrar en una mejor cohesión la dispersión de núcleos, no tanto físicos o urbanos, sino sociales. Es el principal reto que tiene antes si Manacor para salvaguardar su identidad y encarrilar el mañana con ciertas garantías. Son los cimientos necesarios para el municipio estable. Todo lo demás deberá afrontarse en fases sucesivas a mayor plazo.
