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Manacor

Retrospectiva de la pesca en Porto Cristo

La actividad pesquera fue clave en la zona turística de Manacor que ahora se ha visto reducida a la más mínima expresión

Una buena comida para afrontar la jornada. joan tur

Con la celebración de la patrona de los pescadores es oportuno recordar la importancia que durante siglos tuvo la actividad pesquera en Porto Cristo, ahora reducida a la más mínima expresión. Juan Moratille recuerda que dicha actividad se remonta a 1247, año en el que se tiene constancia de tres licencias concedidas a Bernat Puig, Guillem Sastre y Bernat Tió para pescar en la Cala Manacor y en el estanque "den Pessonada" (Cala Murada) tras el pago de 65 sous.

Los pescadores que faenaban en aguas de Cala Manacor vivían temporalmente a la orilla del mar, ya fuera en sus embarcaciones o refugiados en cuevas. Así consta en los archivos que "el año 1890 la familia de los Pelats, procedente de Felanitx, vivía en Cala Manacor desde hacía 14 años." Aquella familia de pescadores vivía en una cueva situada donde ahora se levanta el Club Náutico, punto que conectaba con la plataforma por la que las barcas descargaban el pescado y con uno de los caminos que enlazaban la cala con Manacor, punto de venta del producto.

La historiadora Lourdes Melis cuenta que "la familia de los Pelats estaba formada por el matrimonio Salvador Honorat Vadell Cantallops y Joana María Barceló y sus siete hijos. Otra de las familias que recalaron en Cala Morlanda y Cala Virgili fue la de Sebastià Terrassa Mosset. Llegaron de Valldemossa como Toni Juan de sa Plaça y sus cuatro hijos.

En el capítulo de su libro dedicado a la actividad pesquera en Porto Cristo, Juan Moratille relata que "poco a poco" el pescado entraba a formar parte del menú de los vecinos de Manacor. Llegaba "a trot de pescador'". Es decir, el pescador cargaba el cesto y recorría a pie los doce kilómetros que separan el Port de la ciudad". Allí el pescado se vendía en la plaza o a través de la venta ambulante. Pronto se autorizó la instalación de puestos de venta y con la mejora de la carretera del puerto se impuso el transporte de la mercancía en carreteras. También llegaron los intermediarios, que compraban el pescado en la barca y luego lo distribuían. Durante el mandato del alcalde Francisco Gomila en los años 20 del pasado siglo se instaló en Porto Cristo una pescadería al borde del nuevo muelle.

Barques del Bou

Història de les barques del Bou a Porto Cristo es el artículo que Joan Tur Santandreu publica en la revista local Porto Cristo, donde transcribe una conversación con Jaume Brunet Matemales, Jan, viejo pescador y buen conocedor de la actividad pesquera de la zona. Brunet rememora que las dos primeras embarcaciones de pesca de arrastre fueron Virgen del Carmen y Porto Cristo, propiedad de los Mosset con Sebastià Mosset como patrón. Llegaron antes de que fuera dragado el puerto en 1933 y antes de que se construyera el "mollet"en 1934. Hasta 18 años después no se construyó el martell, que se hizo entre 1951 y 1952. La última barca del bou de Porto Cristo fue la Rafalet que pertenecía a los Rotols de Cala Bona. Sus patrones fueron Sebastià Rotol, Toni Puput, el Primo y Es Menut de s'Estany.

Joan Tur detalla que "las barcas del bou fueron desguazadas sin demasiadas contemplaciones, ya que lo único que interesaba de ellas era su documentación. La leña la tiraban al fondo del mar por Cala d'Or, Cala Gran y Cala Llonga". La tripulación de este tipo de embarcaciones estaba compuesta por el patrón, el motorista, cuatro marineros y dos "al·lots de barca", aprendices que realizaban las labores más básicas. Los beneficios resultantes de la venta del pescado se repartían, descontando los gastos de combustible y comida, de la siguiente manera: Dos partes para el patrón, una y media para el motorista, una para los marineros y media para los al·lots de barca. La vida de aquellos hombres del mar era sumamente dura y sacrificada. Los marineros o pescadores de arrastre, antes de salir de puerto tenían por costumbre preparar bien su cuerpo comiendo unas sopas o un buen arroz de pescado y de segundo plato, pescado hervido u otros frutos del mar. Salían de puerto sobre las 5 de la tarde. Cuando volvían de alta mar ya era de madrugada. El pescado era vendido en Manacor y en Palma por los pescaderos. En torno a la actividad de la pesca, surgieron otros oficios, como los reparadores de redes, los mestres d'aixa o los astilleros, entre otros.

Con la presencia de las barcas de bou aumentó considerablemente la pesca, y en consecuencia la comercialización de la captura. Entonces el puerto de Manacor, que había fracasado como puerto comercial, se convertiría en un importante puerto pesquero gracias a la riqueza de sus aguas y a la iniciativa y empeño de sus pescadores. En la "pesquera rica", situada a unas cinco millas de la costa, se reunían a faenar las barcas de bou, y un llaüt, el "Porto Cristo", que servía de enlace entre las embarcaciones que se quedaban pescando y el puerto donde se descargaba el producto. La creciente actividad pesquera obligó a mejorar las infraestructuras portuarias.

Y tras la bonanza llegó el declive. En su libro, Duran esgrime que las técnicas mejoraron la actividad y los resultados productivos de los pescadores de Cala Manacor pero la modernización también afectó a otras zonas como Cala Figuera, Portocolom o Cala Rajada. Apunta que aquellas circunstancias modificaron las reservas marinas ocasionando un descenso notable que oscilaba entre un 44% y un 81% en las especies más interesantes para los pescadores locales. Actualmente tan solo dos llaüts de pesca profesional se encuentran con base en Porto Cristo y se dedican a la pesca artesanal profesional.

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