Si damos por buenas algunas promesas electorales y movimientos de reconversión industrial actuales, tras el 26 de mayo próximo, comenzará un ciclo de gloria para el transporte público de Palma, lo cual, buena falta hace a sus sufridos usuarios. Aparecerá el trambus y habrá hidrógeno producido con energías limpias para los vehículos. También para los hoteleros y no para fora vila y los pueblos del Pla. Sigue habiendo categorías.
Esperemos que las expectativas creadas no sean tan ligeras como el elemento químico que las protagoniza. La Administración se afana en divulgar las bondades de la transformación de la planta de cemento de Lloseta en fábrica de hidrógeno con vocación de liderazgo europeo. Casi nada. Los implicados y beneficiarios de la potencial mutación se muestran más cautos. Es más sensato a la vista de tanto anuncio vano anterior de reconversiones industriales.
