La población, la presencia estable de personas en un determinado lugar, no es un hecho ni un comportamiento estático, depende de distintos factores, principalmente de las necesidades, las posibilidades, las inquietudes y las preferencias de la gente. Hay muchos elementos para evaluar y seguir la demografía. El empadronamiento municipal y el censo electoral son dos buenas herramientas para ello. Con sus registros sabemos ahora que Calvià, Puigpunyent, Valldemossa y Ses Salines pierden población porque la asignación de concejales para los próximos comicios de mayo así lo indica. Con la misma información nos enteramos de que Esporles y Campos atraviesan el proceso inverso, ganan representantes municipales. De todos ellos, es especialmente significativo el caso de Calvià por su volumen y por el peso específico propio que tiene en el conjunto de Mallorca. Calvià baja de los 50.000 habitantes, lo cual habla directamente de una mayor intersección con el área metropolitana de Palma y de la resaca de la crisis económica.
Pero, en definitiva, esta recomposición de los escaños municipales de Mallorca indica que las gentes que la habitan se mantienen vivas y dinámicas y que están en actualización permanente. No hablamos solo de número de concejales, lo hacemos también, a través de ellos, de los servicios públicos y de las infraestructuras que necesita la sociedad mutante.
