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Lletra menuda

Ni política ni diplomacia resuelven el conflicto

El cierre de la cementera de Lloseta tiene muchas connotaciones particulares dependientes de comportamientos internacionales dominados por la férrea voluntad de una empresa con sede en México.

Los empleados de Cemex en Mallorca manejan la segunda cementera de España en beneficios con un entorno de 44.000 profesionales vinculados al sector. Agotado sin éxito el respaldo de la política, los trabajadores sujetos a regulación de empleo masivo prueban ahora la vía diplomática, por si acaso suena la campana de la repercusión internacional. Es el último recurso de quien ya no tiene nada más que perder.

La protesta ante la embajada de México en Madrid parece haber sintonizado bien con la legación diplomática hasta el extremo de dejar deslizar, por parte de los funcionarios, la poco diplomática creencia de que en Europa y en España no se siguen las directrices que marca Cemex en México. La protesta laboral se trasladará a la alta dirección de la empresa. Vistos los antecedentes, nada garantiza que haya respuesta de retorno.

Pese a subuena voluntad, la política y la diplomacia se han desvelado como instrumentos insuficientes para mantener la cementera de Lloseta en las condiciones actuales.

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