Luchar por la conservación de la plaza laboral es una necesidad y una actitud que honra al asalariado. Sin embargo, aunque se haga con el máximo empeño, conviene no perder de vista los referentes ni la confluencia del peso de elementos efectivos para tener una visión más realista y no acumular mayores decepciones traumáticas.
Los trabajadores de Cemex -86 de una plantilla de 98 están sujetos a un ERE- piden que se reconsidere su situación. Se amparan en una previsión del ministerio de Industria y de la patronal, según la cual la producción de cemento en España se duplicará de aquí a 2022. La aspiración y el argumento son lógicos y consecuentes. El problema está en los factores que influyen sobre él. La empresa siempre está en situación ventajosa, mucho más si cuenta con el amparo de la Administración. Seguro que cuando Cemex decidió apartar de la modernización a la planta de Lloseta ya sabía las previsiones de la demanda de cemento. La fábrica se cierra por estrategia y conveniencia patronal. Le han ido restringiendo el oxígeno de la producción para convertirla en planta de hidrógeno y otras cosas. Manda el negocio.
