La escena de Pollença no es una excepción. Se repite con bastante frecuencia y, lejos de ser un traspiés, constituye una fortuna de la que solo pueden gozar los pueblos que disponen de historia y cimientos.
La reconversión de un edificio topa con el hallazgo de restos arqueológicos de importancia y todo se trastoca. Entonces hay que parar obras y reconducir el proyecto de ejecución buscando la compatibilidad entre la salvaguarda del patrimonio y la necesidad de usos acordes con los tiempos actuales. Ahora ha pasado en la antigua pescadería y cuartel de la Policía Local, en la plaça Major de Pollença. Se van hallando cuerpos en lo que, con toda probabilidad, era un cementerio islámico. Habrá que levantarlos y documentarlos pero, sin estructuras visibles de la época, no habrá alteraciones mayores.
El Ayuntamiento ya advierte que no podrán cumplirse los plazos anunciados para la reforma pero esto, visto el caso, es lo de menos porque, al final, el beneficio será superior. Se dispondrá de una sala multifuncional útil y de unos restos arqueológicos en condiciones. Se gana patrimonio, cultura y servicios colectivos.
