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Recuerdos fascistas de Porto Cristo

Los lamentables y sangrientos hechos que tuvieron lugar en esta zona costera motivaron dos monumentos conmemorativos

Instante preciso de la demolición del llamado popularmente 'Monument' en octubre de 2005. Arxiu Joan Tur

El siete de octubre, sin pretenderlo, marca una fecha histórica en el marco de los lamentables y sangrientos hechos que tuvieron lugar en Porto Cristo en el contexto del episodio bélico protagonizado por las fuerzas nacionales y las invasoras republicanas dirigidas por el capitán Alberto Bayo. El siete de octubre de 2005 -se cumplieron este 2018 13 años- fue demolido el penúltimo de los vestigios conmemorativos de la victoria fascista del cuatro de septiembre. En un visto y no visto, las máquinas excavadoras dejaron hecho añicos el Monument que en 1958 levantaban las armas de Infantería y Artillería en la explanada, confluencia avinguda dels Pins y carretera de Son Servera. Al año siguiente caería el monumento fascista levantado en 1937 en la Punta dels Pelats, a la entrada del muelle y que fue objeto de encendida polémica entre militares y falangistas.

En uno de los capítulos de su libro La Guerra a casa. La Guerra Civil a Manacor (Documenta Balear 2006), el periodista e historiador, colaborador de Diario de Mallorca, Antoni Tugores, cuenta la que podríamos llamar historia de los monumentos que se levantaron para inmortalizar la victoria de las fuerzas fascistas sobre las tropas republicanas, aquel cuatro de septiembre de 1936. “La primera referencia aparecida en la prensa de Manacor -dice Tugores- es la de Francisca Grimalt, delegada de Prensa y Propaganda de la Sección Femenina. Mediante su escrito de 7 de agosto de 1937, Manacor se entera del proyecto de levantar un monumento en Porto Cristo en el paraje de la Punta dels Pelats...”.

El referido escrito justificaba la iniciativa diciendo: “Hemos oído del Delegado Local de Prensa y Propaganda de FET y de las JONS, camarada Bartolomé Oliver, de quien es la iniciativa, el bello sentimiento de inmortalizar sobre la piedra de Porreras de nombrosa fama, nuestra gesta gloriosa de antaño. Primer año triunfal: vamos a levantar un monumento hecho de los corazones de todos los mallorquines a la bendita memoria de los que murieron defendiendo de las hordas marchista (Sic) nuestra fe sacrosanta (...) es todo un proyecto que va a tener inmediata realización. Sobre la Punta den Pelat en Porto Cristo, bajo la dirección del arquitecto maestro Parietti, se levantará el coloso. Medirá dieciséis metros de altura (...) y vendrá el día -al paso alegre de la paz- que el turista, atraído como antaño por el encanto sugestivo de nuestras cuevas, sueño perdurable de las hadas, al llegar a nuestras costas, se descubrirá reverente”.

Ni qué decir tiene que el escrito, dando cuenta del proyecto de erigir un monumento, destila un exaltado fanatismo patriótico, que se enciende, todavía más, afirmando que “Los caídos tendrán, junto al mar que nos trajo al enemigo, un monumento ante el cual la oración o el ¡presente! adquirirá una magnificencia sublime. Y no pasará día sin que ante él, un hombre junte los talones y, erguido, levante el brazo derecho mientras su pensamiento se remonta hacia las regiones donde centurias y centurias desfilan ante Dios”.

Solemne inauguración

El 24 de agosto de 1937, la corporación municipal aprobó contribuir a la construcción del monumento en memoria de “los muertos en la campaña contra los rojos invasores”, que ya se estaba levantando con mucha celeridad. El mismo día, el consistorio declaraba fiesta local el 4 de septiembre, en sustitución del Corpus.

Para la celebración de la fiesta del 4 de septiembre, Falange organizó los actos conmemorativos de la retirada republicana, para ellos convertida en victoria. Se celebraron actos en Manacor y en Porto Cristo, que empezaron con una diana floreada, a las 7.30, ofrecida por las bandas de música, cornetas y tambores; oficio solemne y descubriento de las lápidas que daban nombre a las calles que el Ayuntamiento dedicaba a Franco, al general Mola y a José Antonio. Por la tarde, en el Port se celebraron dos conciertos en las Cuevas del Drach y otro en el paseo del muelle, se inauguró oficialmente el Monumento de Falange Española y de JONS y se cantó un tedèum en el templo parroquial.

La diada del 4 de septiembre de 1937, conmemorativa del primer año triunfal, estuvo realmente revestida de gran solemnidad y desbordada participación, más allá de lo que habían previsto los organizadores. Encendidos parlamentos patrióticos glosando “las grandezas de la Patria y la figura del Caudillo”. La banda interpretó la marcha real y el himno de la Falange Cara al Sol. Y se ofreció una comida a los pobres de Manacor en ses Cuines, “llenas de mujeres y niños, los grandes perdedores de la guerra”, apunta Tugores.

El cronista de turno describía así el monumento, proyectado por el ingeniero Antonio Parietti y dirigido por el escultor Serra: “Su estructura es sobria y sencilla, estando rematado por una águila bicéfala imperial labrada en mármol negro, que sostiene el escudo de España”. Realizado en mármol, presentaba los emblemas de Falange, Requeté, Renovación Española y Acción Popular, los dos partidos republicanos que se sumaron al golpe de Estado.

Malestar militar

“Pese a la solemnidad de los actos -señala Tugores- pronto empezaron a notarse ciertas incomodidades por parte de las fuerzas militares allí presentes.” El primer motivo lo provocó el hecho de que la gran corona de flores depositada al pie del monumento por la Sección Femenina, estaba dedicada a “los caídos de Falange Española Tradicionalista y de las JONS”. Por otra parte, en toda la abundante simbología del monumento no había ninguna que hiciera referencia a los ejércitos de tierra mar o aire, lo que provocó que, en su parlamento, Benjumea del Rey afirmara que en Porto Cristo no estuvieron solas las camisas azules, sino juntas con las caquis, y que contribuyeron especialmente en la victoria la Aviación y la meritoria labor del jefe del Estado Mayor.

Añade Tugores que “en realidad, las diferencias más o menos graves, las celosías y las suspicacias entre los mandos militares y Falange no eran algo novedoso. En un primer momento todos tuvieron que hacer un frente común ante el adversario cuando tuvo lugar el desembarco republicano. La llegada de Rossi, con su protagonismo chapucero, distanció más a los militares profesionales, hombres acostumbrados a los códigos de honor y éticos, ante los estrictos sistemas jerárquicos de los falangistas, promotores de incontables actos sin control, de muertes sin ningún procedimiento legal”.

Aquellos roces y otros detalles que dejaban al margen y menospreciaban la intervención de los militares en el enfrentamiento contra las fuerzas republicanas, como el hecho de que cuando ya el monumento de Porto Cristo estaba a punto de acabarse, la autoridad militar no tenía noticias de ello, y otros detalles, hacían cada vez más frecuentes las desavenencias entre militares y falangistas. “La carencia de noticias hasta dos semanas antes de la inauguración deja patente el rechace militar ante la exclusivación falangista del homenaje”, comentaba Ferrer Massanet en la revista Perlas y Cuevas de 15 de agosto de 1991.

Aquel enfado, nada disimulado de los militares fue origen de otro monumento que 28 años después, en 1958, hace 60 años, se levantaba en Porto Cristo, por iniciativa de las armas de Infantería y Artillería, en homenaje a sus caídos; el popular Monument, que, como apuntamos al principio, fue derruido en 2005, siendo alcalde de Manacor Antoni Pastor (PP), quien señaló que con su retirada se respetaba un acuerdo plenario unánime del periodo de gobierno precedente. Sobre el significado de su eliminación consideró: “Estamos en el siglo XXI y se tiene que intentar pasar página. Vivir desde el rencor no tiene sentido”.

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