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Gabriel Pieras Salom: "El cementerio se construye porque era insalubre enterrar en la iglesia"

El último libro de Pieras describe la historia y algunas anécdotas como la de una persona que fue enterrada viva

Gabriel Pieras, sentado en uno de los bancos de la plaza de España de Inca. Pep Córcoles

Gabriel Pieras es un autor prolífico y un tenaz investigador del pasado de la ciudad de Inca. Cuenta con bastantes libros publicados referentes a diversos aspectos de la capital del Raiguer. El último que ha escrito se presentará el próximo miércoles en el cementerio municipal. Se titula La mort i el cementeri d’Inca 1820-1940. Trata sobre la historia del camposanto y sus peculiaridades.

¿A que viene este libro?

Viene a dar a conocer las peculiaridades e historia de nuestro cementerio local, que si no es el más antiguo de los municipales de Mallorca, sí es de los más antiguos. Se inauguró en 1820, un año antes que el de Palma. Entonces era mucho menor de lo que es ahora, pero los responsables tuvieron una gran visión de futuro, pues dejaron una amplia plaza en el centro del mismo.

¿Por qué se construye el cementerio?

Antes se enterraba en las iglesias y en el demoninado sagrat. El clero y los pudientes se enterraban en la iglesia; compraban un nicho en una capilla. Los pobres de solemnidad se enterraban en el sagrat, un lugar exterior que estaba situado entre lo que hoy es la calle Palmer y el campanario de Santa Maria la Major. Eso era insalubre en una población que cada día se volvía más grande. Ya en el siglo XVIII se había extendido la opinión de que había que enterrar fuera de la población debido a los ‘malos aires’. Es la propia Iglesia quien mueve esta idea ante los olores y la insalubridad en el interior del templo.

¿Pero cómo tardaron tanto?

Tenemos una orden de Carlos III, de 1773 para que se construya un cementerio fuera de la población, y en 1812 las Cortes de Cádiz dictan la obligatoriedad de construir cementerios fuera. No obstante, la gente quería ser enterrada en la iglesia. Podemos decir que en Inca se hicieron los suecos hasta que en 1820 ya se ven obligados a inaugurar el cementerio.

¿Su libro incluye anécdotas?

No he hecho un costumario, sólo cito algunas muy destacadas como por ejemplo la de un vecino que aún me contó que vio fusilar a gente en la tapia durante la Guerra, o la de un hombre que enterraron vivo.

¿Cómo sucedió?

Falleció en la década de los años 50 y fue enterrado aparentemente muerto. Bastantes años después murió su hijo y cuando abrieron la tumba para enterrarlo vieron que el ataúd del padre estaba movido. El sepulturero, l’amo Antoni Sansó, me lo contó. Encontró el cadáver encogido y la tela de la tapa arañada. No pudo salir porque entonces cerraban los ataudes con llave y entregaban la llave a los parientes.

¿Por qué se teme tanto a los cementerios?

Supongo que por superstición, aunque a veces ha sido inducida, como por ejemplo en la década de los años 40. Se hacen correr leyendas de aparecidos, y otras circunstancias misteriosas, porque interesa mantener a la gente alejada ya que los contrabandistas usaban el cementerio para sus negocios. Probablemente tenían alijos escondidos en tumbas.

¿Cómo surgió la idea de este libro?

Siempre he respetado y querido a nuestro cementerio. El año pasado, cuando finalizamos la visita guiada que cada año efectuamos el día de Todos los Santos, el teniente de alcalde Ángel García me propuso plasmar la historia y me pareció un reto apasionante.

¿Qué encontraremos en él?

Además de los textos, contiene dos cuadernillos de 16 páginas cada uno, con fotografías. En ocho de ellas, fotografías de lápidas y tumbas, otras ocho con recordatorios curiosos que contienen y las otras 16 son fotos generales y los planos originales que redacto Lorenzo Rovira, ingeniero de caminos.

¿Qué pretende con el libro?

Además de informar creo que he dignificado el nombre de la muerte. He querido hacer un libro de historia. También he incluido un apartado que habla de la literatura de la muerte, con citas al Pare Miquel Colom, a Miquel Duran e incluso a Jorge Manrique y sus famosas coplas. Y también incluyo un listado de las primeras 500 personas que adquieren sepulturas en el nuevo cementerio de Inca.

¿Y como es el cementerio artísticamente?

Contiene un gran patrimonio. Se pueden ver tres estatuas de Horacio de Guía que son verdaderas joyas. La musa de la música, que está sobre la tumba del maestro Antoni Torrandell, es digna de admiración.

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