Entre plagas, fluctuaciones del mercado y vaivenes propios del clima mediterráneo, cada campaña agrícola es una incógnita, casi una estricta lotería. Este año uno de los productos agraciados ha sido la algarroba. Por contra, la almendra ha caído en desgracia por efecto de la xylella y el desprecio de sus precios. Los almendros de Mallorca mutan hacia nuevas variedades tratadas para producir como frutales de rendimiento rápido. Mientras esperamos su resultado, aprovechemos el premio que la naturaleza y el mercado mantienen para la algarroba: es abundante y no tiene competencia exterior. Su semilla, el garrofín, ofrece buenos recursos como espesante y estabilizante, aparte de sus aplicaciones industriales y su potencial en cosmética y farmacia. El algarrobo mantiene su imagen discreta y humilde dentro del paisaje de la isla pero, poco a poco, deja de ser su pariente pobre para ser aprovechado de forma diversa y dar rentabilidad económica. Esperemos que pueda mantenerse a salvo de nuevas plagas, que siga siendo un ´bon arbre´ para el payés.
