Alguien debía apuntarse el tanto del todavía muy hipotético hospital sociosanitario del este de Mallorca. Lo hacen la presidenta Armengol y el consistorio de Felanitx en detrimento de un dolido gobierno municipal de Petra, que también aspiraba a ubicar el complejo en su demarcación, y unos atletas felanitxers que están que trinan al ver que la política y los informes técnicos les descalifican su prometida pista de atletismo.
Todo lo dicho no significa, ni mucho menos, que el hospital que enferma la avenencia política esté medianamente cercano. Quiere decir que las elecciones están próximas y ante ellas hay que ilusionar al personal, aunque sea al precio de posteriores decepciones mayúsculas. El alcalde de Petra -con algo debe vestir su derrota- ironiza comparando el proyecto que acariciaba con la inactiva reconversión de Son Dureta en centro sociosanitario. Todo permanece en un plano teórico de supuestas deslealtades institucionales y necesidades sin satisfacer. La mayor certeza de este asunto es que Son Dalmau incrementa su carga de fracaso: ni bombillas japonesas, ni polígono industrial, tampoco hospital.
