En la isla del transporte público en precario se abren paso las excursiones de la saturación y el colapso. Es un cambio de concepto sustancial.
Antes se iba a visitar lugares selectos y escogidos con libertad y conciencia, ahora se acude a los sitios que se puede, en los horarios y medios que se facilitan. El Govern ha incorporado por primera vez a su vocabulario el término "saturación" que hasta hoy se negaba a pronunciar y escribir. Es un paso más hacia la toma de conciencia de la sobrepoblación estival que castiga a Mallorca. Veamos el aspecto positivo: si se admite, se puede diagnosticar y aliviar.
Más que los números exactos de los pasajeros que transportan, el interés real de los buses lanzadera a Formentor, Es Trenc o Cala s´Almunia y Cala Llombards está en su necesidad y todo lo que ello comporta. En esta isla no se ha sabido crear una red consecuente de transporte público residencial, una necesidad que ahora se ve superada por la urgencia de poner un cierto orden y relajación a la movilidad vacacional. La contemplación del paisaje y el uso de la playa empiezan a dosificarse, no porque hayan reducido sus dimensiones, sino por exceso y presión de la demanda.
Tres cuartos de lo mismo puede decirse de los trenes que siempre se retrasan y averían de día y que ahora el Govern viste de éxito en su versión noctámbula para aportar seguridad y comodidad a las fiestas del Raiguer. Pero, para necesidad, la de las comunicaciones terrestres con el aeropuerto. La buena aceptación de los autocares bautizados con el nombre de Aerotib solo ha puesto sobre la carretera la evidencia de una carencia que saltaba a la vista y un servicio bueno, pero parcial y por tanto insuficiente.
