Si la medicina reglada y oficial y los tratamientos naturales o tradicionales lograran coordinar y complementar sus prescripciones, se ganaría mucho en tranquilidad y confianza colectiva. Eso también es salud pública.
No alivia en absoluto comprobar cómo diagnósticos y pócimas de ambas partes se tiran la prescripción y el tratamiento a la cabeza entre acusaciones de intereses económicos, desconocimiento y presunta frivolidad.
Josep Pàmies dice que no es un pseudocientífico, ni un charlatán, solo un "payés con experiencia" que destapa las propiedades de las plantas y los intereses de las farmacéuticas. La conselleria de Salud desaconseja sus intervenciones que, sin embargo, logran llenar aforos con suma facilidad.
Hay interés social por conocer recetarios efectivos pero no remedio para que la medicina oficial y la alternativa coincidan en una fórmula magistral. Cuando menos deberían confluir en un mejor tacto para clarificar discrepancias y complementos si es que los hay, aunque solo sea por respeto a quien está limitado por una dolencia de consideración y ya no sabe qué hacer ni a quién acudir. En cuestiones de enfermedades y curación la seriedad y el rigor profesional son el primer bálsamo eficaz.
