En la isla rendida al ocio y entretenimiento de todas las especies racionales posibles puede aparecer por asociación cualquier elemento individual o colectivo irracional. Lo foráneo y exótico siempre atrae más que lo familiar y conocido.
La curiosidad se vuelve malsana y el equilibrio se rompe cuando la persona deja de comportarse como tal en su relación con los animales. Aparecen dos gamos muertos abandonados en un vertedero junto a un camino de Inca y de inmediato surgen una serie de interrogantes dependientes de la legalidad y de la salud pública. ¿Quién los tenía? ¿En qué condiciones? ¿Por qué se deshizo de ellos de una forma tan desconsiderada? Queda confirmado que a la hora de velar por el respeto animal no se puede mirar solo al toro o a los perros abandonados porque en Mallorca ya hay, en todos los sentidos, especies de todo pelaje y plumaje.
El gamo no es un animal autóctono ni siquiera una especie invasiva en Mallorca. Se puede disponer de él siempre que se tenga un núcleo zoológico declarado y unas instalaciones adecuadas. Por eso mismo, la forma en que fueron abandonados los individuos muertos levanta también muchas sospechas y da cuenta del poco tacto y sensibilidad del autor o autores de la fechoría. Ahora al Seprona le queda la tarea de esclarecer lo ocurrido y si hay lugar a ello, apuntar responsabilidades.
De todos modos, conviene recordar, una vez más, que un animal, sea autóctono o exótico, doméstico o salvaje, no puede ser tratado o considerado a modo de elemento de decoración y entretenimiento en una finca de recreo o un agroturismo poco escrupuloso. Dos gamos muertos abandonados en una cuneta cualquiera dicen mucho, y nada positivo, de quien ha sido su propietario. Que la difusión del despropósito sirva cuando menos para incrementar la sensibilidad y evitar que escenas como esta y sus antecedentes vuelvan a producirse.
