Las informaciones que se ofrecen en este periódico constituyen un buen testimonio de las distintas formas de situarse y actuar frente al patrimonio. Reflejan el anverso y reverso de una misma moneda que, sin embargo, debería tener una única cara, en la que quedaran reflejadas por igual las figuras del respeto, la investigación, el cuidado y la divulgación.
Los yacimientos arqueológicos están a la intemperie, pero las inclemencias del tiempo y de los fenómenos naturales no son el principal peligro que les acecha. Demasiadas veces permanecen a merced de la intemperie más grave del abandono absoluto. Es lo que ocurre ahora mismo en Bochoris, en el Pedret de Bóquer, en Pollença. Sufre la agresión de vertidos incontrolados y las partidas municipales para su limpieza y excavación, ni siquiera se han ejecutado.
En cambio, otros dos yacimientos menos conocidos, el de es Rosells, en las inmediaciones de Cas Concos de Felanitx y el de sa Ferradura, dentro del término municipal de Manacor, tienen en este momento el viento a favor. Técnicos y voluntarios han ido trabajando con discreción y eficacia en su excavación y tienen planes firmes para seguir haciéndolo. Esto permite saber ya, por ejemplo, que es Rosells tiene la muralla mejor conservada de Mallorca y que en sa Ferradura hay estructuras de combustión que pueden ser clave para descifrar el paso de las navetes a los talaiots.
El futuro, claro está, no puede depender de la buena o mala suerte del momento. Los yacimientos son los cimientos del pasado para conocer el presente, un bien patrimonial que cabe cuidar y promocionar como acertada oferta de ocio y cultura para residentes y turistas.