El sentido de la proporción y la mesura están claramente discriminados en Colònia de Sant Jordi. Creíamos que habíamos alcanzado tope con el acuario en el que naufragó el exministro y actual sobreimputado Jaume Matas, pero no. A ningún particular se le ocurre levantar una construcción sobre arenas movedizas, mucho menos en las pantanosas y llanas tierras del Migjorn. A la Administración obsesionada y precipitada para cortar la cinta de inauguración, sí.
Uno de los proyectos estelares de este año del denominado consorcio bolsa de plazas entre la conselleria de Turismo y ATIB para contribuir a la dilatación de la temporada y la creación de nuevos atractivos turísticos en la Colònia, era la regeneración del campo de fútbol de ses Ramones con césped artificial y una pista de atletismo en plenitud de condiciones y posibilidades. Vamos, un pequeño Son Moix, con todo lo que la comparación significa, para el que se había presupuestado 1,8 millones. No se trata de escatimar en una zona turística que se las da de elitista y un tanto glamurosa.Las obras empezaron a finales de enero
. Pese a las dudas en tal sentido, no entraremos a cuestionar si residentes y veraneantes de la Colònia necesitan, frente a otras prioridades y de forma preferente, un polideportivo en tales condiciones, pero sí dejaremos en evidencia todo lo que comporta el hecho de que las obras hayan tenido que paralizarse una vez iniciadas porque los estudios geológicos del proyecto del Consell no se corresponden con la realidad física de un piso sobrepasado de arcilla y arena. Bastaba con mirar el terreno antes de empezar, para confirmar dónde se estaba y en qué condiciones.
La Administración sigue haciendo lo que ella no aprueba al administrado.
