Tewes es una mujer con una gran vitalidad. Aparenta un timidez que realmente es humildad y, a pesar de ello, es una de las personas que probablemente más saben de todo lo que rodea a los buitres, especialmente al buitre negro. Mallorca le debe que en la actualidad ya no se tema por la población de esta especie.
-¿Cómo una bióloga austriaca desembarca en Mallorca?
-Yo quería aportar algo con mi tesis doctoral. El buitre negro estaba en grave peligro en 1987. Mallorca era la única isla del mundo en la que quedaban ejemplares pero sólo había 19 y una sola pareja que se reproducía a veces. En esos momentos se creó la Fundación Buitre Negro, con sede en Holanda con el objetivo de salvar al buitre negro en toda Europa. Se pensó en Mallorca como proyecto piloto para desarrollar todas las experiencias que permitieran esa recuperación, y así llegué.
-¿Cómo fueron los inicios?
-Empezamos con un proyecto de cría en cautividad para las repoblaciones. Para ello fue preciso crear una red en la que se implicó a todos los zoológicos de Europa y a centros de recuperación de la península. El primer objetivo era reforzar la población de Mallorca y para ello estuvimos durante cuatro años liberando animales.
-¿Y no se iban?
-El buitre no suele sobrevolar el mar. No quiere perder la tierra de vista. Cuando es liberado, de joven, va inspeccionando terrenos hasta que ocupa el suyo.
-¿Cuándo dejaron de liberar?
-Cuando la población alcanzó los 50 individuos. Empezó a aumentar entonces por sus propios medios, de forma vigilada, como es lógico, y sigue aumentando. Calculamos que hay ahora entre 150 y 180 ejemplares. Lo que hacemos actualmente es mantener los comederos y hacemos la vigilancia de los nidos.
-Tengo entendido que es muy importante la vigilancia de nidos.
-Así es, el buitre es una especie muy sensible. La presencia humana le intimida y puede incluso malograr la cría. Aunque pensemos que no le molestamos, si un buitre siente incomodidad abandona del nido. Su ausencia puede hacer que el huevo se enfríe o se recaliente y se pierda; o si ya tiene un pollo que sufra un exceso de insolación o frío, e igualmente muera. El pollo del buitre tiene un plumón delicado y durante mucho tiempo los padres lo empollan o le dan sombra con las alas extendidas, dependiendo del tiempo que haga. "Los buitres son mi trabajo, mi vida, no he hecho nada más
que velar por ellos desde que estoy aquí"
-¿Cómo hacen para impedir esas molestias?
-Con el gran esfuerzo de voluntarios que se sitúan los fines de semana en puntos estratégicos de la Serra de Tramuntana para informar a los posibles excursionistas que no deben pasar por las zonas de cría.
-¿Y la gente lo entiende?
-La gran mayoría lo entiende, lo respeta y busca una ruta alternativa para su excursión. También hemos encontrado casos, muy pocos, de personas que no han querido escuchar y hemos tenido que recurrir a los agentes medioambientales para disuadirles.
-¿Es mucho esfuerzo para usted?
-Es mi vida. Yo no he hecho nada más. Cuando un pollo se malogra, para mí es una pérdida sentida porque una pareja sólo cría un pollo una vez al año. Si muere es un año perdido. Más de una vez he derramado lágrimas por ello; pero también ante ejemplares envenenados.
-¿Subsiste el problema de los cebos envenenados?
-Ahora mismo no se da con frecuencia. El problema fue muy complicado en los años 90. En ese tiempo se extendió esa práctica para evitar que las rapaces diezmaran los animales que se soltaban en cotos para la caza. El problema es que soltaban animales de una forma equivocada. Un animal criado en una granja: un conejo, una codorniz, una perdiz... es muy bobo en la naturaleza y es presa fácil. Para evitarlo se debe hacer una suelta en la que primero se le debe aclimatar. Como eso no se hacía, las rapaces acababan con esos animales y los cazadores ponían cebos envenenados. El buitre no caza, es un carroñero, pero se vio afectado al comer animales envenenados.
-¿Ya no es problema?
-El mayor problema ahora es la masificación de la Serra. Hay grandes avances que posibilitan que mucha gente ya no necesite un guía y eso elimina el elemento conocedor de los lugares de nidificación. Ahora hay mucha gente que con un GPS, ropa de Decatlón y las redes sociales se lanza en grupos a la montaña. Se meten, sin saberlo en zonas de nidificación y crean un grave problema. No es malo que la gente tenga esa inquietud por salir al campo, eso es muy bueno porque enseña a amar la naturaleza, pero hemos de hacer esta práctica compatible con la preservación. "El mayor problema es la masificación de la Serra; las molestias en los lugares de nidificación"
-¿Cuáles son los espacios sensibles?
-La franja de costa colindante a los acantilados marinos. En un kilómetro alrededor de un nido no debe haber presencia humana.
-¿No afectará la liberalización prevista de la Ley de los espacios de exclusión?
-No se han dado cuenta de que puede ser fatal. Y sólo es un 3% del territorio de la Serra, queda un 97% para los excursionistas. Yo creo que no es pedir mucho. Mi esposo (Juan Sánchez, recientemente fallecido) estaba muy preocupado por todo este asunto. Se ha puesto una demanda contra esta resolución pero yo soy más partidaria del diálogo. Creo que es necesario que nos sentemos y lleguemos a un acuerdo por el bien de la especie.
-¿Como se lleva el buitre negro con el recientemente llegado buitre leonado?
-Llegaron con una tormenta hace unos años y se han adaptado, de hecho los leonados ya están criando en Mallorca. No compiten por los lugares de cría pues el negro cría sobre pinos y el leonado en roquedales. Sí compiten por la comida pero mientras haya suficiente no habrá problemas.
-¿Cómo se siente tras tantos años de trabajo?
-Estoy contenta por lo logrado. Ahora me gustaría que el buitre llegara a su límite de expansión natural.
