En Mallorca, un 90% de los campos de almendros son de secano y no necesitan aportaciones extraordinarias de agua. No obstante, la fuerte sequía de los últimos años y el progresivo abandono de los campos debido a las pésimas expectativas de mercado han favorecido la aparición de enfermedades fúngicas que han abocado a los campos de almendros a una lenta agonía que todavía no se ha detenido.
Tal vez el aumento de la demanda internacional que lleva aparejado un aumento de precios suponga un punto de inflexión que ayude a mantener los característicos campos de almendros del interior de la isla cuyas flores invernales tanto contribuyen a vender el paisaje a nivel turístico.
En la actualidad, la práctica totalidad de los almendros que se siembran en Mallorca son de regadío y pertenecen a variedades externas que son de menor calidad que las autóctonas de secano, pero mucho más productivas y resistentes a las temidas plagas. Biel Torrens, de Unió de Pagesos, introduce un dato que habla por sí solo: los almendros autóctonos de Mallorca producen 160 kilos de frutos por hectárea, mientras que las variedades de regadío alcanzan los 2.000 kilos por hectárea. No hay color. No obstante, "la calidad no es la misma".
El problema que tienen los nuevos cultivos de regadío que se implantan en la isla es su dependencia total de las aguas regeneradas. Si los productores no disponen de aguas terciarias procedentes de las depuradoras y están obligados a extraer líquido de las reservas subterráneas, el coste energético se dispara e impide la rentabilidad del cultivo.
Por este motivo, los nuevos campos de almendros en la isla nacen en espacios muy concretos vinculados directamente a las zonas donde es posible un acceso fácil y barato al agua depurada. Dentro de unos años se verá si el resurgir de la almendra en Mallorca se consolida o se queda como un episodio puntual.
