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Llucmajor, salir de la quiebra tiene su coste

El ´boom´ urbanístico y demográfico de los 90 y comienzos del siglo XXI revela que hay múltiples necesidades

El municipio de Mallorca con mayor extensión territorial, Llucmajor, está muy tocado pero no hundido. Pese a conseguir emerger de la ´quiebra técnica´, por una gravísima deuda que hace pocos llegó a rebasar los 60 millones de euros, está sufriendo para salir progresivamente de su situación gracias a férreos planes de ajuste y nuevos criterios de gestión.

Tras 24 años de gobiernos del PP, el pacto Més-El Pi-PSOE tiene las manos muy atadas pero se muestra cohesionado y con ilusión para desarrollar importantes iniciativas. Eso sí, la elevada deuda impide aún afrontar determinadas obras puesto que la Ley de Estabilidad Presupuestaria condiciona el capítulo de gastos.

El espectacular crecimiento demográfico que vivió el municipio en los años 90 y la primera década de este siglo XXI conlleva la necesidad de nuevos equipamientos. Sobresale el auge de las cifras de población en las urbanizaciones de la costa y las decenas de procedencias de la ciudadanía.

Se precisa un nuevo centro de salud en la ciudad, se reivindica un instituto en Maioris, se mejorarán las escoletes y la gestión de las piscinas, posibilidad de habilitar un auditorio-teatro en la ciudad y un centro de día en urbanizaciones, se llevará al fin agua potable hasta s´Estanyol y Son Bieló, Vía Verde (antiguo trazado del tren), se quiere resolver el conflicto de las 110 altas torres de Red Eléctrica de España y de los megaparques de plantas fotovoltaicas proyectados en la Marina. En materia turística, múltiples acciones calificadas de ´clave´. Este mandato 2015-19, tres alcaldes diferentes, por cierto.

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